POLICÍA LOCAL DE TARIFA (Página no oficial)

miércoles, 31 de marzo de 2010

PROYECTILES MÁS COMUNES DE USO POLICIAL, Y SUS COMPORTAMIENTOS...

Ernesto Pérez Vera
Instructor de Tiro Policial y Defensivo


Los cartuchos que generalmente usan las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad (FYCS), en España, para las misiones o servicios ordinarios, son cartuchos que montan proyectiles de plomo, semiblindados o blindados/encamisados, estos son los más comunes y habituales en el quehacer diario de un agente de policía español. Todos los referenciados anteriormente poseen algo en común, y es el uso del plomo, en unos como núcleo, en otros como base total del cuerpo del proyectil. También, entre los tiradores deportivos y ciudadanos autorizados para portar armas de defensa, esta munición, es la más frecuentemente usada.

Es sabido por todos que, el proyectil blindado o encamisado, también llamado FMJ (Full Metal Jacket) posee un alto poder de penetración y bajo poder de deformación al impactar en un cuerpo humano o incluso en casi cualquier objeto del entorno cotidiano. Esa propiedad para perforar o penetrar, se la facilita la envuelta o camisa de metal que recubre al núcleo de plomo. La envuelta suele ser de latón.

Dicha penetración provoca la llamada sobrepenetración, es decir, que después de alcanzar a su objetivo, el proyectil aún posee energía bastante para atravesarlo y continuar hasta otro punto de impacto, ésta vez sin el deseo del tirador; pudiendo, lo anterior, provocar un daño colateral. O sea, que esa punta acabará donde NO queríamos que acabara. Dicho de otro modo: SI UN PROYECTIL NO IMPACTA DONDE QUEREMOS, IMPACTARÁ DONDE NO QUEREMOS QUE IMPACTE.

Plomo y Semiblindada, mejor que FMJ
Muchos son los que, para evitar esa sobrepenetración, recurren al uso de otras puntas, como por ejemplo las de plomo macizo mezclado con antimonio, o recurren a las semiblindadas, que son aquellas que exteriormente y en sus paredes, poseen envuelta metálica, generalmente de latón, pero que, sin embargo, en el extremo superior de la punta, permiten observar como asoma un poco de plomo desnudo.

Los que recurren al uso de las puntas de plomo o de las puntas semiblindadas, lo hacen con la convicción de que dichos proyectiles se van a deformar al impactar en el cuerpo o en el blanco deseado, y que, además, dicha deformación propiciará una mayor transferencia de energía sobre los órganos que se vean afectados por el impacto. Con ello, creen que van a alcanzar la puesta fuera de combate del sujeto alcanzado. Sí eso ocurriera, sería una gran ventaja, -deformación bastante y transferencia de energía- sobre los proyectiles blindados, pues estos como se dijo antes, no se suelen deformar, y transmiten poca energía en el impacto, y debido a su dureza provocan con facilidad rebotes. Como ya se dijo antes, las sobrepenetraciones, pueden herir a un tercero una vez que el la punta atraviesa el cuerpo impactado primitivamente.

Pues bien, ese mito de que los proyectiles de plomo y los semiblindados aportan esas ventajas para los usuarios de armas de defensa y/o seguridad, no es más que eso, un mito. Lo que es cierto, y hay que admitirlo, es que en cierto grado se reduce el riesgo de rebote, pero no anula o elimina ese riesgo, (como muchos creen). Según que órgano del cuerpo humano sea alcanzado o blanco sea impactado, se podrá producir cierta deformación, pero esto no es algo siempre asegurado.

La otra solución, quizás la mejor: la PUNTA HUECA
Son proyectiles de Punta Hueca, aquellos que poseen una oquedad en su extremo superior, estando, dicha oquedad, destinada a facilitar la deformación del proyectil en el instante del impacto.

Dos son las ventajas que más se pueden destacar, en este tipo de cartuchos, frente a los usados de modo tradicional en nuestras FyCS. El más ventajoso de los factores es el de la mayor Transferencia de Energía al cuerpo impactado. Se entiende por Transferencia de Energía: la capacidad que tiene un proyectil, una vez disparado, y aún habiendo perdiendo parte de su energía en el “vuelo”, para transferir al objetivo, toda la energía con la que impacta.

A mayor transferencia más deformación del proyectil (variación de su forma) y a más deformación de ese proyectil, más masa será destruida en el cuerpo impactado y mayor será la herida provocada en el impacto y durante la penetración.

Es un error muy común, creer y decir que la Punta Hueca es más perjudicial, o decir aquella frase que a veces se oye en prensa y que viene a decir eso de: “…la Punta Hueca MATA más..”. Digo que es un error porque, si usamos Punta Hueca, de calidad, en un caso de defensa legítima amparada por nuestro ordenamiento jurídico, y siempre que ese o esos disparos se coloquen en la zona del cuerpo deseada, es más que probable que, con pocos disparos dejemos fuera de combate al agresor. Quizás con uno o dos disparos, podamos alcanzar el K.O., mientras que con proyectiles de plomo, blindados o semiblindados y situando los impactos, en la misma zona del cuerpo, es muy probable que el sujeto continúe en su intento de abatirnos y debamos seguir disparando contra él.

Por ello, a veces para derribar y neutralizar la agresión, se deben hacer demasiados impactos contra el atacante, mientras en la mayoría de ocasiones en que se usó proyectil de Punta Hueca, con pocos disparos se pudo neutralizar el avance lesivo del sujeto hostil. Como muestra de ello, este ejemplo real: los siete impactos que un atracador recibió en un enfrentamiento con la Policía Local de Petrer (Alicante) en noviembre de 2008 y que pudo ser grabado, por un video aficionado, y televisado posteriormente. Los cartuchos usados no eran de Punta Hueca, y siete, son muchos disparos, aunque a mi entender fueron necesarios y proporcionados.

La segunda ventaja que aporta la Punta Hueca, frente a las tradicionales puntas blindadas, las semiblindadas y de plomo, es la menor sobrepenetración de la que ya hemos hablado al inicio del artículo.

Las Puntas Huecas, dada su mayor facilidad de deformación, al impactar, y durante la transferencia de energía, no suelen abandonar el cuerpo impactado, quedando, normalmente, alojados en algún órgano del sujeto que recibió el disparo. En los casos en que sí abandonan el cuerpo impactado, suelen hacerlo con poca capacidad lesiva, evitando con ello daños colaterales o lesiones a terceros.

Prueba de Laboratorio
He podido participar en pruebas de balística usando, como “cuerpo” a impactar, dos bloques de Gelatina 250A, la cual, rebajada al 10% y alcanzando 4ºC de temperatura, proporcionan una textura muy similar a la de un cuerpo humano vivo. La Gelatina Balística, debidamente preparada, proporciona una densidad media muy similar a la de músculos, huesos, piel, vísceras y otros órganos humanos.

Tras obtener dos bloques de la mencionada Gelatina, se colocaron uno junto al otro, de modo tal que, ambos, simularon dos cuerpos humanos puestos uno junto al otro, como si dos personas estuvieran posicionadas hombro con hombro. Tras los bloques se colocó una tabla, la cual haría de testigo en caso que los proyectiles atravesaran “los cuerpos gelatinosos” y continuaran camino hacia el parabalas.

Una vez acabado ese trámite, se efectuaron varias pruebas balísticas realizando varios disparos, precisos, sobre la gelatina. Se hicieron, los disparos, con suma precisión, para evitar que las trayectorias y/o cavidades temporales y permanentes de los primeros impactos, fueran “cruzadas” por los siguientes disparos. De ocurrir eso, el trabajo quedaría, en parte, desvirtuado.

Pues bien, los proyectiles empleados en la prueba fueron los siguientes: Blindado de Geco, Semiblindado SP Remington, Plomo Fiocchi, Frangible de Remington, Golden Saber Punta Hueca de Remington, Hydra Shock de Federal, Glaser Slug, SeCa de Ruag, QD-2 de Men, Silvertip de Winchester, THV y alguno más.

Las conclusiones fueron asombrosas para muchos de los presentes. Otros, esperábamos un resultado muy parecido al que se produjo finalmente. Así pues, se puede aseverar que, los proyectiles blindados, los de plomo, semiblindados y los frangibles, se comportaron exactamente igual. Atravesaron el primer bloque de Gelatina y provocaron sobre penetración, llegando a atravesar total y completamente el segundo bloque, continuando su camino hacia el parabalas de la galería.

Del resto de proyectiles empleados en la prueba, se sacaron conclusiones diversas. Por ejemplo, el THV sale del cañón con una velocidad inicial de algo menos de 600 m/s, y pese a esa velocidad, y disparando a tres metros, podemos decir que tuvo un escaso poder de penetración. El proyectil del THV, no llegó a penetrar ni a la mitad del primer bloque de gelatina, y fue recuperado, el proyectil, con nula deformación. Por consiguiente, no transfirió energía suficiente como para provocar lesiones relevantes que, a su vez, hubieran podido provocar la parada o detención del agresor.

El SeCa (SEcurity CArtridges) se comportó de un modo muy acertado, y además, de del modo esperado. Atravesó totalmente el primer bloque de gelatina, y se deformó completamente, por consiguiente, transfirió toda la energía que aún conservaba, al blanco impactado. Al atravesar el primer bloque, salió del mismo y golpeó el segundo bloque. En ese segundo bloque, no provocó perforación alguna, cayendo el proyectil al suelo.

De las Puntas Huecas usadas en la prueba, (Golden Saber Punta Hueca de Remington), Hydra Shock de Federal, Silvertip de Winchester) la que mejor se comportó fue la Hidra Shock, la cual penetró en el primer bloque, y alcanzó su total deformación; se detuvo a aproximadamente 28 centímetros del orificio de entrada en el bloque. El Golden Saber llegó a sobrepenetrar en el segundo bloque, si bien fue poco lo que penetró. Se deformó totalmente y transfirió toda la energía que conservaba en el momento del impacto. El proyectil Silvertip se deformó por completo, y trasfirió toda su energía, pero penetró menos de los 28 centímetros deseados.

Según estudios científicos del FBI norteamericano, un proyectil de defensa debería tener la capacidad de perforar en un cuerpo humano, entre 28 y 35 centímetros. Hay que tener en cuenta que, en los enfrentamientos, no siempre recibirá nuestro atacante, los disparos de modo frontal en su cuerpo. Hay que pensar que los proyectiles que le disparamos pueden entrar en otros ángulos, por ejemplo de modo lateral y de tal forma que, los impactos entren por un hombro o brazo, teniendo entonces que atravesar esas zonas del cuerpo, antes de entrar en el torso por la zona lateral, -costillar-. En ese caso, debería de tener capacidad -el proyectil- para continuar hasta tocar órganos vitales.

Proyectiles Especiales para casos muy concretos
Existen otros proyectiles dentro del mercado policial y militar, son proyectiles denominados especiales, pues son usados para misiones muy concretas. En este segmento encontramos a los perforantes, los trazadores, los explosivos o los incendiarios.

Los proyectiles perforantes, son aquellos cuyo núcleo es macizo, normalmente, de acero al tungsteno o de bronce, materiales, ambos, sumamente duros y que no se deforma con facilidad. Los núcleos, deben ser recubiertos con una micro capa de silicona, para que sea la silicona la que haga fricción en el cañón durante el recorrido, de ese modo el núcleo del proyectil no roza el ánima del arma y no provoca su desgaste y fatiga. La silicona lubrica.

Este tipo de proyectiles podría atravesar un chaleco antibalas con relativa facilidad, siempre que el chaleco sea un nivel de protección medio-alto y no muy alto. También son recubiertos por otros materiales, pero, concretamente, a nivel policial se usa la silicona en color verde. El más común de los proyectiles policiales perforantes es el KTW. Las tres letras, son las iniciales de los especialistas médicos y policiales, de origen norteamericano, que lo diseñaron. .

Los proyectiles trazadores son aquellos que se emplean para orientar o guiar al tirador. En su recorrido, desde la boca de fuego al punto de impacto, estas puntas, dejan traza aérea en su recorrido o trayectoria. En determinadas circunstancias (principalmente en oscuridad), el tirador podrá ir focalizando la dirección de sus disparos y podrá hacer las correcciones que estime oportuno. Su uso más frecuente se da en el ámbito militar y más concretamente en las ametralladoras, en cuyas cintas o cargadores de alimentación, se intercala un cartucho trazador cada 4 ó 5 ordinarios.

La capacidad trazadora la aporta al proyectil, una mezcla de productos químicos que se alojan en el culo o base del proyectil, que a esos efectos se encuentra hueco. Así pues, en dicha oquedad, se deposita magnesio y fósforo, los cuales al producirse el disparo y al estar en contacto directo, -la base del proyectil y la pólvora que se está quemando- hace que el fósforo y el magnesio se enciendan y provoquen una incandescencia. Es la incandescencia, la que deja ver, desde “fuera”, el recorrido o traza que describe el proyectil en su vuelo al objetivo.

Algo similar a lo antes descrito, ocurre con los proyectiles incendiarios y explosivos, siendo en estos casos otros los productos químicos que se alojan dentro del proyectil. Estos proyectiles están más limitados, aún, en su uso, siendo de más necesidad operativa y táctica, en misiones militares que en las policiales.

Concluyendo
Podríamos decir que, los proyectiles blindados, semiblindados y de plomo, deberían ser usados solo para el adiestramiento en galerías, dejando los frangibles para uso en lugares cerrados y con paredes y/o suelos especialmente duros, como por ejemplo buques o factorías. En esos lugares, los frangibles si que podrían cumplir correctamente su cometido, que no es otro que en paredes o superficies, especialmente duras, provocar la destrucción completa del proyectil; permite en gran medida, los frangibles por tanto, evitar el rebote, dado que se convierten en polvo (la configuración del proyectil es mezcla de polvos/partículas metálicos compactados). Yo, personalmente, los he probado varias veces impactándolos sobre planchas de acero y contra maquinaria industrial pesada, como por ejemplo excavadoras, tractores, etc., y puedo asegurar que, al impactar, los proyectiles disparados a un metro de distancia, se difuminaban y disipaban, pasando a ser nubes de polvo.

Lo ideal sería usar proyectiles deformables al impacto en el cuerpo, para asegurar, con ello, una gran transferencia de energía y destrucción de masa. Así pues, los de Punta Hueca y los SeCa son los más interesantes, de cuantos fueron usados en las pruebas referidas. Además, reducen en cierto modo la posibilidad de rebote. Personalmente, antes que usar los convencionales, aconsejo el uso de los SeCa y de casi cualquier Punta Hueca.

Quizás, con algunos de esos proyectiles deformables, podamos provocar la neutralización del agresor con un número menor de disparos que si tuviéramos que usar para el mismo fin, los proyectiles blindados, plomos o semiblindados. No obstante, no debemos sobredimensionar las posibilidades de los proyectiles, por muy bien que se comportaran en las pruebas balísticas. Para que se comporten como se desea y como se espera de ellos, se deben dar ciertos factores favorables que no dependen del usuario.

Tampoco se le escapa a nadie que, los bloques de Gelatina Balística no son la panacea. Como todos sabemos, un cuerpo humano ante un enfrentamiento o situación de riesgo, experimenta de modo automático una serie de cambios psicológicos y fisiológicos que modifican cualquier conclusión o estudio, de laboratorio, teniendo que estar a cada caso. Lo que un ser humano NO soportó, otro lo podría soportar de modo casi sobrenatural.

La Gelatina no deja de ser un buen “cuerpo” inanimado y carente de sentimientos, pero por ahora parece que es lo mejor que tenemos para seguir experimentando.■

PUBLICADO EN REVISTA ARMAS.ES Nº14 DEL MES DE FEBRERO/MARZO DEL AÑO 2009 Y TAMBIÉN PUBLICADO EN LA REVISTA WAR HEAT INTERNACIONAL Nº84, DEL MES DE DICIEMBRE DEL 2009

jueves, 25 de marzo de 2010

NOMENCLATURA DE LA CARTUCHERÍA METÁLICA

Ernesto Pérez Vera
Instructor de Tiro Policial y Defensivo


Este es un tema muy interesante y que no todos los profesionales conocen profundamente, y de ahí, la cantidad de errores que se suelen cometer a la hora de hacer referencia a un cartucho o calibre determinado.

Muchas veces, el error más habitual lo detectamos en conversaciones con otros agentes de policía, sean del cuerpo que sean. El tema es muy desconocido, por lo general, entre los profesionales del ramo, sin que la pertenencia a determinados cuerpos o unidades pueda atribuir maestría y dominio del asunto. También, es habitual oír en televisión y en los demás medios de prensa, como profesionales de la información dicen verdaderas barbaridades al hablar del arma y/o cartucho que determinados delincuentes, o agentes de policía, usaron en la acción protagonista de la noticia.

Los cartuchos suelen estar identificados con un nombre o denominación que está compuesto, normalmente, por alguna cifra seguida, a veces, de otra cifra o de un nombre. La cifra suele ser el diámetro o calibre, bien del arma para el cual se diseñó el cartucho, o bien el diámetro del propio proyectil. La segunda cifra suele ser la longitud de la vaina o casquillo, o también puede ser el peso del proyectil o de la Carga de Proyección (peso de la pólvora que contiene la vaina) A veces, incluso la segunda cifra que sigue a la del calibre o diámetro, puede ser la velocidad que se estima aproximada a la que tendrá el proyectil en la salida desde la boca de fuego, lo que se llama Velocidad Inicial. Otras veces, es el año de diseño del cartucho o el año en que dicho calibre fue adoptado reglamentariamente por un ejército concreto.

Es por lo que el cartucho que aquí en España denominamos 9 m/m Parabellum, es conocido también en otros países con la denominación de 9x19 m/m ó 9 m/m Luger, pero en todos esos casos nos referimos a un mismo calibre/cartucho. Según el país donde se fabrique o según el origen del fabricante, etc., unos lo denominan de un modo o de otro.

Recordemos que el calibre 9 m/m Parabellum, fue diseñado por George Luger en 1902 para la pistola Luger P08. Esta pistola fue denominada Pistola Parabellum, de ahí que ciertos fabricantes usen, para definir al cartucho, una u otra denominación. Es más, cada vez es más común ver que se le denomina 9x19mm, significando esto, que el diámetro del proyectil es de 9 m/m y que la longitud de la vaina es de 19 m/m.

Este sistema de nomenclatura que hemos visto en el archipopular calibre 9m/m Parabellum, es el sistema más usado en Europa; es un sistema basado en el sistema métrico decimal de amplia o casi total implantación en el viejo continente.

Otro calibre muy popular en España, dentro del seno de las FYCS y de las FAS, es el 9 m/m Corto, el cual recibe otras denominaciones en otras partes del planeta, ya sea por el sistema de medida del país en cuestión o por la norma del fabricante. Así pues, en los países que utilizan el sistema métrico decimal, se conoce a este calibre como 9 m/m Kurz ó 9x17 m/m y en las zonas del planeta con influencia anglosajona se le conoce como .380 Automático ó .380 Auto.

Existe otro sistema de denominación de calibres y cartuchería, es el sistema usado en los países anglosajones o países de histórica influencia anglosajona, por ejemplo EEUU, Gran Bretaña, Canadá, Australia, etc. En estos Estados, el sistema de medición es bien distinto al usado en nuestro país, ellos no usan el metro, ni el centímetro ni el milímetro, sencillamente ellos NO usan el sistema métrico decimal y utilizan la pulgada para sus mediciones. También usan otras medidas para medir las velocidades y pesos, por ejemplo.

El sistema usado en esos países, a veces, es más complejo. Aún conociendo el sistema, son muchas las ocasiones que uno debe pensar un poco para saber de que cotas o medidas estamos hablando. No ocurre tanto, cuando se habla de los cartuchos más comunes o más cercanos, como son, por ejemplo, el calibre .22LR, el .38 Spl, .357 Magnum ó el .45 ACP, quizás estos sean los cartuchos de armas cortas (aunque todos esos son usados por armas largas también) de origen anglosajón que más uso tienen en España, aunque cada día el .40 SW tiene más aceptación tanto en calibre para defensa y seguridad con en tiradas de recorridos de tiro, las llamas tiradas de IPSC.

El error más común de los aficionados, y profesionales de las FYCS y FAS, es denominar a estos cartuchos del siguiente modo…”22 milímetros, 45 milímetros, etc.…” El error está en creer que al igual que un 9 m/m Parabellum, estos cartuchos de origen anglosajón deben ser “apellidados” con lo de: milímetros.

Los que de ese modo equivocado así se expresan, olvidan o desconocen que no se habla de milímetros al hablar de un calibre .45, de lo contrario, el diámetro de la boca de fuego del arma y el diámetro del propio proyectil del cartucho, sería del tamaño de una pelota de tenis y estaríamos hablando de armas militares de tiro antiaéreo o antitanque.

Para poder comprender mejor el sistema, es necesario saber que 1 pulgada equivale a 25,4 m/m, de ese modo, al decir que un cartucho es del calibre .45 ACP estamos diciendo que tiene un diámetro de 0,45” (“ = Pulgada) por lo tanto, habría que hacer una sencilla operación matemática que consiste en multiplicar 0,45 x 25,4. El resultado que se obtenga en milímetros, será el diámetro en dicha medida, que posee el proyectil; de ese modo, un calibre .45 ACP (u otros tipos como el .45 Long Colt, por ejemplo) posee en milímetros el siguiente diámetro, 11,43 m/m. Como, para el ejemplo, he elegido al calibre .45 ACP, debo significar que las siglas ACP significan Automatic Colt Pistol.

Otro ejempLo, el famoso .38 Especial, tan usado durante años por la policía del todo mundo. Este calibre está plenamente vigente en España en los revólveres de 4” de cañón, que reglamentaria usan los Vigilantes de Seguridad. Con el .38 Especial, habría que volver a hacer la misma operación aritmética, a saber:

0,38 x 25,4 = 9,6 m/m

Como ven, el calibre .38 Especial posee, en principio, un diámetro de algo más de 9 m/m, como el actual calibre de dotación en los cuerpos policiales españoles -el 9 m/m Parabellum- pero debo hacer un comentario que algunos desconocen y que a los neófitos puede despistar.

El famoso .38 Especial recibió ese nombre cuando, en realidad, su verdadera medida de diámetro es 0,357 pulgadas. Ocurre que, al fabricante le pareció una cifra excesivamente larga (.357, para el “inventor”, eran muchos dígitos) Además, esto ocurría en una época, 1902, en la que ya existían muchos calibres con la nomenclatura 38, por ejemplo el .38 Long Colt y otros más, así pues la casa S&W -fue la creadora- decidió por marketing y por popularidad, mantener el nombre de .38 y “apellidarlo” Especial para distinguirlo de los ya existentes. Por ello, “redondeó” la cifra.

Cuando en 1935 nación el calibre .357 Magnum para ser usado en el revólver S&W mod. 27, los responsables de su nacimiento, usaron un cartucho de .38 Especial y le alargaron la vaina en algo más de 3 m/m. Ahora, no se usó la cifra “38” para dar nombre y apellido al nuevo cartucho, sino que usaron las verdaderas medidas, eso es, 0,357 pulgadas.

En este artículo, se han tratado ejemplos y calibres de los más cercanos para los usuarios policiales españoles, pero existen infinitos calibres y cartuchos, muchos de los cuales merecen estudio y análisis aparte. Quizás en otro momento, vayamos a por ellos. También debo decir que con calibres de arma larga ocurre exactamente lo mismo, pero me he querido centrar sólo en ejemplos de calibres, primordialmente, de armas cortas.