POLICÍA LOCAL DE TARIFA (Página no oficial)

sábado, 23 de octubre de 2010

ROYAL GIBRALTAR POLICE (3ª parte y última)

Por: Ernesto Pérez Vera

Sección Marítima de la R.G.P.: la verdad
Esta sección policial, como no podía de ser de otro modo en una urbe rodeada de agua, es de vital importancia para la Royal Gibraltar Police. Aunque en los últimos tiempos, en los medios de prensa se han hecho muy populares por incidentes internacionales en aguas de “conflicto” político-histórico, los agentes que conforman esta sección, incluyendo al Sargento Jefe Roy Pérez, tienen clara una cosa: la Guardia Civil española, así como el resto de fuerzas policiales de nuestro país, son “hermanos” con un mismo fin. El Sgto. Pérez lo expresó muy gráficamente y puso varios ejemplos: ser policía en el mar es muy distinto a ser policía en una calle de tierra firme. Cuando están de noche en el mar, con tormenta, y en situación de riesgo policial por persecuciones a narcotraficantes, contrabandistas, o en misiones de rescate, ver a una patrullera de la Guardia Civil es siempre una grata y bien recibida sorpresa. Hace pocas semanas –en abril- participaron en una operación conjunta de rescate de náufragos y drogas. Alguno de los náufragos eran inmigrantes norteafricanos y los patrones de las embarcaciones que los introducían en Europa.

Lejos de lo que pueda creer la ciudadanía, tras la lectura de artículos periodísticos sobre política, la relación entre la Guardia Civil y la Royal Gibraltar Police, tanto en tierra como en el mar, es muy cordial, es de camaradería total. Como muestra de lo anteriormente expresado: la entrada a las dependencias de la Sección Marítima de la R.G.P. la preside una metopa de la Comandancia de la Guardia Civil del Campo de Gibraltar, con sede en Algeciras.

Durante la visita que llevé acabo a la Sección Marítima, el Sargento Pérez, Jefe de esta sección, me mostró todo el equipo del que dispone para el trabajo diario. Tanto es así que pude disfrutar de una veloz y “húmeda” patrulla en aguas gibraltareñas.

La Sección Marítima fue fundada en el año 1944, durante la 2ª Guerra Mundial, y desde entonces y hasta la fecha actual, siempre ha estado dotada de los más modernos medios disponibles. En la actualidad, esta señera sección policial opera con un total de 4 embarcaciones. Las más conocidas, y desde la distancia identificadas como embarcaciones policiales, son las patrulleras. De este tipo de barcos disponen dos unidades. La más pequeña de ellas es de 10 metros de eslora y monta 2 motores intraborda de la marca PERKINS de 215cv cada uno. Este tipo de embarcación, con las apropiadas condiciones de la mar, puede alcanzar una velocidad de 20 nudos.

La otra patrullera es algo más grande y suma un total de 12,80 metros de eslora. Al igual que la anterior, monta dos motores intraborda, pero en esta ocasión de la marca SCANIA y de 240cv de potencia, cada uno. La velocidad que puede alcanzar es de 25 nudos.

Para misiones que requieren de altas velocidades, como la represión del contrabando o del tráfico de drogas, se emplean embarcaciones semirígidas de goma, tipo zodiac, poseyendo, en estos momentos, dos en servicio. Como antes referí, tuve el placer de patrullar en una de estas embarcaciones, concretamente en la de 12 metros de eslora y de la marca NARWHAL. Esta impresionante embarcación está dotada de tres potentes motores de la marca YAMAHA de 250cv cada uno, ¡ahí es nada! Este barco alcanza los 58 nudos de velocidad máxima.

La otra “goma” de la R.G.P. estaba en periodo de mantenimiento cuando se efectuó la visita de War Heat a La Roca. Esta embarcación es de la marca MADERA y monta tres potentísimos motores de la marca MERCURY de 300cv cada uno, sin embargo, es de 10,5 metros de eslora.

Para acceder a este destino policial, los agentes aspirantes deben llevar, al menos, 2 años de servicio en el cuerpo y además de poseer la titulación marinera correspondiente y que expiden las autoridades marítimas civiles de Gibraltar. La unidad dispone de 4 instructores muy experimentados, naturalmente agentes en activo de la sección. Estos instructores “ponen al día” a los agentes de nuevo ingreso en la unidad.

Al mando del Sargento Roy Pérez, no solo están los agentes marineros, sino que los buzos –así le llaman a los submarinistas- dependen directamente de su mando. Por tanto, dentro de la Sección Marítima están los 4 agentes especialistas en actividades subacuaticas de los que dispone, de modo permanente, la R.G.P. Los turnos de trabajo de la Sección Marítima son los clásicos de cualquier unidad convencional de policía: Mañana-Tarde-Noche. En cada turno hay dos embarcaciones operativas, cada una con un mínimo de 2 agentes y como era de suponer, en cada turno hay un agente especialista en actividades subacuáticas, si bien, éste, no tiene por que estar embarcado durante su turno de servicio. Por cierto, también en esta rama, la R.G.P. posee a dos instructores acreditados por P.A.D.I. (Asociación Profesional de Instructores de Buceo).

Sección Táctica y las armas de fuego en el seno de la R.G.P:
Para las situaciones policiales de máximo o potencial riesgo, la Royal Gibraltar Police dispone de una Sección Táctica. Este equipo de hombres está gobernado por el Inspector Ian Waves y se compone de un total de 15 hombres. El Inspector Hoves, además de ser el Jefe de esta Sección, es, también, el Consejero Táctico del Comisario Wink, Jefe del Cuerpo. La titulación de Consejero Táctico se obtiene en el Reino Unido tras la superación de un curso de 6 semanas de duración en el que se adquieren amplios conocimientos en instrucción de tiro y en manejo de armas.

Para pertenecer a la Sección Táctica, cualquier agente aspirante a ello, debe llevar un mínimo de dos años de antigüedad en la R.G.P. y superar, en el Reino Unido, el curso táctico de 4 semanas de duración. Otro curso al que se puede optar, si se posee la antigüedad exigida, es el de Close Protection –lo que en España llamamos Protección de Personalidades o Escolta- que durará 6 semanas y que se realizará, como los anteriores, en el Reino Unido. Por cierto, el cuerpo posee dos especialistas en la mecánica de las armas reglamentarías, los cuales han sido formados, para tal fin, en un curso de 5 días de duración. Los centros de formación que utiliza la R.G.P. en el Reino Unido están homologados para estos fines formativos. Todos los profesores, empleados en esos centros de adiestramiento, son especialitas y experimentados agentes.

La política interna de la Royal Gibraltar Police es muy particular en lo relativo al trabajo con armas de fuego. Solo se trabaja armado cuando se determine reglamentariamente, y lo harán aquellos que voluntariamente han solicitado la formación precisa para ejercer policialmente con armas de fuego. En la actualidad, aproximadamente, una quita parte de la plantilla está habilitada, formalmente, para trabajar con las armas de fuego de las que se dispone en el Cuerpo.
El curso de adiestramiento, en el empleo de armas de fuego, se realiza de modo interno y en la misma Roca, y dura 3 semanas. Esta formación la imparten los Instructores de Tiro del Cuerpo, uno de ellos es el mismo Jefe de la Sección Táctica, pero hay dos más. Para acceder a esta parcela formativa, solo es preciso poseer un año de antigüedad en el puesto de funcionario de Policía. Si no se superan los mínimos exigidos, se considera no superado el curso, por tanto, quien no lo supera seguirá sin poder portar armas en el servicio.

Durante el curso, se estudia legislación en lo relativo al uso de la fuerza y la proporcionalidad y también se conocen las leyes locales e internacionales relacionadas con el empleo de las armas de fuego. El manejo, la limpieza y las características de las armas reglamentarias son otras parcelas a estudiar por los aspirantes a la habilitación de “armados”. Sobre balística también reciben nociones los cursillistas, cosa que veo muy acertada y que no se hace en nuestro país. Un agente debe saber hasta donde podría llegar un proyectil disparado por él, así como los disparados contra él; creo que no se precisan más explicaciones.

En el terreno práctico, los agentes disparan, durante el curso de 3 semanas, un total de 400 cartuchos con la pistola Glock-17 y otros 400 cartuchos con el subfusil HK-MP5, ambos del calibre 9 m/m Parabellum. Como se dijo antes, durante el tiempo que se manipulan las armas, sea en servicio o en la galería de tiro, se ha de usar, de modo inexcusable, el chaleco antibalas.

Los agentes que se encuentran habilitados para el empleo de armas de fuego, anualmente son evaluados por los instructores. El programa anual de formación es muy exigente, y quien no supera los mínimos establecidos es despojado de la tarjeta que le habilita para trabajar armado. A grosso modo, se podría decir que existen tres planes de entrenamiento dentro del plan anual, uno para agentes uniformados, otro para los que operan como escoltas y otro para los agentes destinados en la Sección Táctica. Por cierto, esta sección funciona a tiempo parcial, es decir: se activa cuando es preciso. Mientras tanto, sus 15 agentes realizan servicios normales en cualquier unidad del cuerpo, pero siempre han de estar localizados.

Los agentes que están autorizados a trabajar con armas y de uniforme, por ejemplo los que están presentes en la Terminal del Aeropuerto, acuden al campo de tiro un total de 8 días al año, y siempre en grupos consecutivos de dos días. Los que trabajan en misiones de escolta acuden 12 días al año al campo de tiro. Debo decir que estos agentes “protectores” son empleados para cubrir las necesidades que vayan surgiendo con las visitas de altos mandatarios británicos o extranjeros a tierras gibraltareñas, aún cuando las autoridades puedan acudir con su propio servicio de protección. Los miembros de la Sección Táctica entrenan, con sus armas, 4 semanas al año y no siempre en Gibraltar.

Los agentes adscritos a la Sección Táctica tienen asignados, cada uno de ellos, una pistola y un subfusil de los referenciados en párrafos anteriores. También poseen chalecos antibalas de nivel de protección IIIA reforzados con placas adicionales en pecho y espalda, casco de protección antibala y varios escudos de protección balística. Todos los productos balísticos, reseñados, son de la marca británica LBA Int. Limited.

Medios técnicos de aperturas de puertas y ventanas (arietes, palancas, gatos hidráulicos, etc.) también son empleados por los agentes de esta unidad. La funda de pistola que emplean es del tipo pernera siendo, en este caso, de la marca Uncle Mikes modelo Pro3. Las gafas tácticas de protección, que todos los agentes de este equipo utilizan, son de las Black Hawk modelo Hellstone. Por último, la ropa: botas de la marca Mágnum modelo classic y mono de intervención, con protección al fuego, de la marca Derby Unitec Limited.

Una vez al año, al menos, se activa la célula de emergencias para realizar maniobras o ejercicios simulados, participando de en ellos todos los “actores” que establecen los protocolos. Para esos casos, los agentes habilitados en el empleo de armas reciben la formación precisa para apoyar, desde un segundo círculo, al equipo de asalto.

Durante los ejercicios de tiro anuales, todos los tiradores efectúan 50 disparos con cada arma, teniendo que alcanzar, en el blanco, un mínimo del 70% de impactos para poder seguir habilitados como agentes “armados”. Tanto cuando entran de servicio normal con armas, como cuando las toman para entrenar con ellas, los agentes deben firmar una hoja de registro y control de armas. En la hoja no solo se anota la hora de entrada y salida del arma de su bunker sino que el agente firma que no ha bebido alcohol en las 12 horas anteriores y que no ha ingerido fármacos que puedan afectar a su capacidad de conciencia. Las administraciones españolas deberían tomar ejemplo de algunas cosas, y no lo digo por nada en concreto…

Para misiones policiales que puedan requerir del empleo de francotiradores –snipers- la Sección Táctica recurre a los tiradores del Royal Gibraltar Regiment, a los cuales, de modo temporal, el Comisario Jefe les atribuye poderes policiales. Del mismo modo se actúa cuando se precisa de los técnicos en desactivación de explosivos.

Aunque no está directamente relacionado con el tema del tiro, debo decir que la R.G.P. dispone de un equipo especializado en la detección y localización de explosivos o armas. Para ello, disponen de medios técnicos reveladores de la presencia artefactos o armas ocultos en cualquier objeto o lugar. El mayor uso que se hace, de este equipo de trabajo, coincide con la visita al Peñón de altos dignatarios nacionales o extranjeros o con ocasión de desfiles y paradas militares u otras ceremonias.

Agradecimientos:
Para realizar este trabajo, el autor contactó, en diciembre de 2009, con el Comisario Louis Wink, el cual, desde el primer instante se mostró conforme con la idea de hacer un reportaje sobre el cuerpo de su digno mando. Wink ha sido, en todos los contactos mantenidos con él, extremadamente cortés y abierto a la colaboración, por ello este articulista, por siempre, le estará agradecido y en continua deuda.

El Inspector Jefe Ian McGrail, Jefe de Asuntos Internos, entre otros cargos, fue designado por el Comisario Wink para que sirviera de enlace entre War Heat Internacional y la Royal Gibraltar Police. Finalmente, el mes de abril fue el elegido para la realización del trabajo, consistiendo, éste, en visitas y entrevistas por todas y cada una de las dependencias que yo, como autor del reportaje, iba estimando oportuno en cada momento. Debo agradecer a mi amigo McGrail, con el mismo calor que a Louis Wink, el trato brindado en todo momento, así como los presentes otorgados, en especial la metopa de la Royal Gibraltar Police y el libro conmemorativo del 175º aniversario de la fundación del Cuerpo, ambos con dedicatoria del Jefe del Cuerpo. Del mismo modo, a Ian le agradezco el regalo del típico casco de Bobby con el emblema de la R.G.P.

Al resto de mandos y agentes de la R.G.P., que han colaborado, les estoy muy agradecido, y el nombre de varios de ellos queda perpetuado en este trabajo.

Publicado en tres partes por la revista War Heat Internacional: números 90, 91 y 92, durante junio, julio y agosto de 2010

miércoles, 13 de octubre de 2010

EN LAS FUERZAS POLICIALES: ¿qué nos lleva a querer ascender?

Por: Don Gonzalo

La mayoría de los que ingresamos en los Cuerpos de Seguridad no lo hacemos con la intención, de antemano, de ascender en la institución. Digo la mayoría. Sin embargo, cuando van trascurriendo los años dentro de la organización, algunos que jamás se lo plantearon, por diversos motivos, deciden probar suerte y opositan en promoción interna. Esto es siempre loable y lícito. Pero cuando uno ve tantas y tantas barbaridades -locuras muchas de ellas- se pregunta: ¿por qué fulano o mengano han ascendido…qué los movió a ello… quien los apoyó? Precisamente, si me pregunto eso es porque fulano y mengano fueron siempre funcionarios manifiestamente nada comprometidos y poco cualificados, aún así… ¡ahora tienen mando sobre los que “ayer” eran sus iguales de empleo!

Lamentablemente, muchos de los que año tras año van ascendiendo, olvidan sus postulados antes de lucir galones o estrellas. Algunos de los que ahora, ya con mando legítimo, empujan a los subordinados a trabajar más y más, tratan, a veces, de dar lecciones de ética, profesionalidad y hasta de moral, cuando ellos, justo antes del ascenso, eran los que alentaban y arengaban a sus compañeros a trabajar, por decir algo, en sentido contrario: vagabundear y “tirar balones fuera”. Este tipo de especímenes suele hacer creer, a sus mandos superiores y políticos, que ellos son ejemplares mandos y profesionales “espejo”. En ocasiones intentan parecer –solo parecer- que poseen capacidad, y méritos, como la de aquellos que antes criticaban y despellejaban. Muchos de los mandos advenedizos -casi siempre intermedios- nunca fueron ejemplos de virtudes de ningún género. Hablo por experiencia propia. Eso sí, personalmente conozco a un puñado -quizá menos de un puñado- de mandos intermedios que siempre han sido ejemplo y estímulo para los que trabajan en su entorno, pero esta es una especie escasa. Estos son rara avis.

Todo esto me hace reflexionar, y ello me lleva a preguntarme: ¿ascienden todos para trabajar más y mejor desde otros foros o estadios de la organización…? ¿Ascienden para aumentar los emonumentos con los que ganar calidad de vida familiar…? Las aspiraciones y ambiciones profesionales son positivas casi siempre. Pero no. Un oscuro motivo existe, cada día más, entre los que quieren alcanzar el ascenso de empleo: la gente quiera ascender, demasiadas veces, para ganar más…subir peldaños…y hacer menos. Demasiadas veces, unido de la mano de lo anterior está el beneficiarse personalmente del nuevo puesto. Exprimir sus ventajas para “saco propio”. Amigos, cuando ese es único motivo que inspira al que aspira a ascender, el motivo es bastardo, infame y despreciable. En estas organizaciones va en aumento el ser vacacional y NO vocacional, por tanto: hay que distinguir entre la mentalidad del funcionario y la del Policía; o como ya dijo otro: unos trabajan de policía y otros son Policías.

Pocos son los que buscan con el ascenso, además de un mayor poder adquisitivo –con ello también mayor status económico-, la posibilidad de hacer más desde más “alto”. Este sí es un noble y ético motivo por el cual desear el ascenso. De estos se obtendrá siempre un beneficio común y repartido.

Son muchas las características que debe poseer un jefe superior o mando intermedio. Sin lugar a dudas, se da por sentado que ellos poseen conocimientos técnico-profesionales superiores a los que tienen aquellos que están por debajo en el organigrama; por descontado, se supone que también son poseedores de conocimientos sobre técnicas de mando y organización. Sí, lo sé, a veces es mucho suponer. Otras características, seguramente no alcanzables mediante el estudio, deben ser desarrolladas y puestas en práctica por esos superiores, pero la educación, la clase y el don de mando no se compra ni se regala…se posee o no se posee.

Seamos militares o civiles, creo que el artículo 65 de la Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas españolas, debería ser “mascado” por todos los que ocupan cargos de responsabilidad sobre otros. Muchos creerán, -seguramente los propios protagonistas del texto- que ellos están dentro del perfil que propongo. En unos casos así será, ¡ojalá sean muchos! Pero en otros casos habrá mucha sucia mentira propia e interna, así pues, que cada uno se engañe a sí mismo si eso le satisface. Con sus embustes, los que estén en el caso segundo, creen sacar brillo a sus hombreras.

Textualmente, así reza el Artículo 65 de la Ley 85/78, de 28 de diciembre, de la Reales Ordenanzas de las Fuerzas Armadas: El Cabo, como jefe más inmediato del soldado o marinero, se hará querer y respetar de él; no le disimulará jamás las faltas de subordinación; le infundirá amor al servicio y mucha exactitud en el desempeño de sus obligaciones; será firme en el mando, graciable en lo que pueda y será comedido en su actitud y palabras aun cuando sancione o reprenda.

Si muchos aplicaran a su vida profesional este artículo, aunque fuese de vez en cuando, y tan solo en parte, ¡solo un poco!, otro gallo nos cantaría a todos.■

jueves, 7 de octubre de 2010

Un ejemplo de honradez y coherencia

Por: Ernesto Pérez Vera

El ciudadano medio y decente, como norma general, busca a lo largo de una parte de su vida la forma de garantizarse, para otra gran parte de su existencia, una buena calidad de vida. Por ello, desde que somos jóvenes, queremos conseguir –me autoincluyo entre los ciudadanos decentes- puestos de trabajo estables y, a ser posible, bien remunerados; eso sí, si colocamos ambos conceptos en la balanza…suele pesar más la estabilidad. Otros, además de tratar de garantizarnos el futuro laboral y económico, deseamos puestos concretos de trabajo en los que realizarnos como personas y como profesionales, esto es, en parte, lo que se llama vocación profesional.

Muy pocos somos –me vuelvo a incluir- los que somos felices con nuestro trabajo, pese a las “patadas” que jefes y compañeros nos proporcionan gratuitamente, rara avis se nos considera. Eso es vocación. De todos modos, debemos distinguir entre los que además de ir a trabajo contentos, lo ejercen con calidad y compromiso real y no “de boquilla”. En cualquier caso, y si se es funcionario, como es mi caso, se sea o no feliz, se cumpla o no se cumpla en el trabajo…recibiremos los mismos emolumentos a final de mes. Esto es lo que demasiados buscan y se quieren garantizar de por vida, y la verdad, si se cumple con eficacia y compromiso, pues bien venidos sean, pero no suele ser así…

Un verdadero rara avis es mi amigo J.L.V.R. Este amigo, al que conocí hace 20 años, lo dejó todo por convicción humana, por felicidad, por honestidad, por coherencia y por ser como es: un ejemplo de ser humano. Al decir que lo dejó todo, me refiero a que dejó un puesto de funcionario en el Ministerio de Defensa como Suboficial Especialista en Armas. Él no tenía vocación militar, pero aún así…se comió la formación propia de un Sargento “maestro armero”. En cualquier caso, su futuro estaba resuelto, se jubilaría, “sin hacer nada”, con sueldo de Subteniente.

Pero NO. J.L. era como esos travestís a los que oímos en las entrevistas de televisión: una mente de mujer atrapada en un cuerpo de hombre. Verán, J.L. era un pacifista de espíritu altruista, atrapado entre galones y estrellas, armas, bombas, saludos, taconazos, garitas, órdenes –en esa época incoherentes casi siempre- y gritos e improperios. J.L. estaba en el sitio equivocado. Recuerdo que siendo él Sargento, y yo Cabo, me decía: “…Ernesto ¿de verdad te gusta estar aquí todo el día?...” “¡…no me digas más mi Sargento…ni des taconazos…no me saludes más hombre…me tienes asustado todo el tiempo…!” “un día de estos me voy y no vengo más…”

J.L. estaba todo el día, como era propio de su especialidad, arreglando fusiles, pistolas, ametralladoras, morteros, etc., etc. Para colmo, tenía que ir a lo que más odiaba, al campo de tiro. Los ejercicios de tiro siempre requerían de la presencia, in situ, del armero; pero él odiaba, no solo tirar, sino oír las detonaciones. No encuentro un mejor ejemplo que el antes referido sobre los travestís. Pese a tener asegurado un futuro profesional, social y económico, definitivamente estaba donde nunca debió estar.

Al final pasó lo que tenía que pasar. Él es un señor, una gran persona y un tipo como pocos he conocido, por ello dejó el ejército y se fue al PARO. Él quería ser feliz en la vida y por ello también en el trabajo. Prefirió estar en desempleo antes de seguir atrapado entre gentes que no comprendía, aunque respetaba. El admira a quien quiere aquello que hace, aunque no comulgue con sus ideas. No tardó en encontrar su sitio, y ya lleva 20 años trabajando en asociaciones, empresas y ONGs de ayuda a los desvalidos. Lo mismo trabaja en el apoyo y la mejora de la calidad de vida de niños saharauis, que en dar calidad de vida a toxicómanos o enfermos terminales de sida. Este hombre es un ejemplo de humanidad.


Ahora no le falta el trabajo, pero desde luego no lo tiene asegurado como cuando era Suboficial de las FAS. Tampoco creo que su sueldo sea superior al que tendría hoy como Brigada, que es lo que sería si estuviera en activo. Pero a él le da lo mismo, es feliz. Ahora cree en lo que hace, no como antes. ¡¡¡Viva la honestidad y la coherencia!!!

Aún así, sigue en su línea. Acaba de permutar de trabajo. Sigue en la misma línea de ayuda a los demás, pero acaba de dar un pequeño paso atrás en lo económico para poder ganar tiempo libre y poder estar más tiempo con sus hijos. Sin duda, a sus vástagos los estará educando en el sentido del deber como humanos sinceros con sus principios. Para colmo, el menor de sus hijos derrocha vocación por las armas, justo aquello de lo que él adolecía. Como J.L. es como es, no frena los sueños de su hijo en convertirse en policía o militar, al revés. Él, mejor que nadie, sabe lo importante que ser feliz en lo laboral, por ello, y desde tan infantil edad -9 años-, ayuda a su hijo en el crecimiento de sus sueños futuros. Otro ejemplo que no abunda.

Sé que muchos pueden ver normal el giro que dio a su vida este hombre, pero de verdad, hagan memoria y busquen casos de personas que prefirieron no tener nada a tener sueldo y futuro asegurado, y cierto estatus, pero contrapuestamente a sus principios como persona. No debe ser nada fácil. La mayoría de los funcionarios de policía que conozco –uso este ejemplo de sector funcionarial por ser el que conozco- no creen en lo que hacen ni en lo que representan, muchos hasta odian la profesión; pero por nada del mundo se marcharía y abandonarían un sueldo fijo de por vida. Este hombre, sin esfuerzo alguno –se asciende por antigüedad en esa escala-, sería hoy Brigada, y tendría un sueldo muy superior al que está percibiendo como ayudante de desvalidos. Muchos son los que, aún si vocación ni entrega, quisieran ser aquello que él dejó, y todo por dinero y comodidad.

¡A sus órdenes! Me quito el sombrero…