POLICÍA LOCAL DE TARIFA (Página no oficial)

martes, 10 de septiembre de 2013

¿SON MUCHOS, O POR EL CONTRARIO POCOS?:
La Ratio Policial

Por: Jorge Benítez Navarro
Policía Local, Experto Universitario en Criminología y Seguridad Pública


El tema que vamos a tratar a continuación, sobre el número de policías que deben existir en una determinada plantilla policial, ha sido y es un tema generador de controversias y discrepancias entre distintos colectivos sociales, políticos e incluso profesionales.

Aunque de entrada, tengo que advertir que el asunto se torna un tanto complicado de exponer de forma breve. La conclusión final pretende aclarar y concretar qué número de efectivos policiales hace falta para cubrir las necesidades que, en materia de seguridad, demanda un municipio concreto. Intentaré abordar las cuestiones desde una perspectiva técnico-policial, y de la forma más clara posible, ya que uno de los intereses primordiales, de este modesto profesional del sector, es que este artículo llegue, de forma íntegra, a todas las personas con interés en el asunto.

Por evidentes motivos de interés profesional, y por ser el colectivo al que pertenezco y que más conozco de cerca, me referiré a los municipios y a sus cuerpos policiales. No obstante, gran parte del contenido de este artículo también puede reflejar la realidad de otros cuerpos existentes en nuestro país.

Del mismo modo y para precisar sobre la Ratio Policial, me centraré en los municipios: son la menor división administrativa dentro de la organización territorial de nuestro Estado. Ellos son el seno de las sociedades locales donde se hacen más visibles, y patentes, las diferencias y los conflictos derivados de la convivencia en sociedad.

¿QUÉ ES LA RATIO POLICIAL?
La Ratio es una relación o proporción que se establece entre dos cantidades o medida. En el caso que nos atañe, la relación que se establece cuando hablamos de la Ratio Policial, es aquella que se produce entre policías y habitantes. La correcta lectura de dicha proporción sería la de “número de policías a razón de número de habitantes”, por ejemplo: 2 policías a razón de 1.000 habitantes.

Una vez hecha esta pequeña introducción, sobre la terminología utilizada para asignar un número concreto de efectivos policiales a razón de un número determinado de ciudadanos, vamos a conocer algo más sobre la regulación de la Ratio Policial.

REGULACIÓN NORMATIVA SOBRE LA RATIO POLICIAL EN ESPAÑA.
El artículo 104.1 de la Constitución Española encomienda tanto la garantía de la seguridad ciudadana, como la protección del ejercicio de derechos y libertades, a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, sin que se marquen o pongan limitaciones para garantizar estos derechos.

Ni siquiera la Ley Orgánica 2/86 de 13 de marzo de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, a la que la Constitución confiere su desarrollo para la determinación de las funciones, principios básicos de actuación y estatutos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, hace mención alguna (por muy pequeña que esta sea), sobre la Ratio Policial en nuestro país.

Como ya hemos explicado, hasta el momento no existe ninguna regulación normativa que de forma explícita asigne un Ratio Policial en nuestro país, aunque por el contrario, sí existen varias recomendaciones. La primera de ellas proviene de una Directiva de la Unión Europea que recomienda una ratio de 2 policías a razón de 1.000 habitantes, y otra de la FEMP recomendando una ratio de 1 policía a razón de 667 habitantes.

Hasta la fecha no he podido averiguar si existe alguna otra recomendación de algún otro organismo público, aunque como podemos comprobar solo se trata de simples recomendaciones, y no de normas que obliguen a su estricto cumplimiento o pongan limitaciones a una determinada asignación de efectivos policiales.

Como ya advertimos al comienzo: el asunto no se iba a plantear de manera simple. Se desconocen los criterios seguidos por la Unión Europea y por la FEMP para asignar tales ratios, y aunque por el momento nos amparemos en puras conjeturas, podríamos afirmar que los responsables que han elaborado dichas ratios, no han valorado pormenorizadamente los diversos sistemas policiales instaurados en cada uno de los países miembros de la Unión (en el caso de la UE). Igual ocurre con las circunstancias específicas que, en materia de seguridad, aqueja a cada una de las ciudades (en el supuesto de ambos) debido a la gran dificultad e imposibilidad que ello presenta. Son evidentes los motivos, y más adelante los veremos. Razones de fuerza hacen inviable un estudio tan minucioso.

Parece ser, a simple vista, que dichas recomendaciones han sido lanzadas atendiendo a unos criterios generalistas y basados en los índices globales de delincuencia en Europa para el caso de la UE; y de los índices existentes en nuestro país en el supuesto de la FEMP. De otro modo, y para conocer las exigencias en materia de seguridad de una ciudad en concreto, se deben atender a cada una de las características y circunstancias de las ciudades que conforman un país. Esto nos lleva a la obviedad de que cada ciudad contará con unas necesidades muy singulares, y que indudablemente no tienen porqué coincidir unas localidades con otras en este sentido.

Resulta también muy significativo, y a tener en cuenta para el análisis previo a la determinación de la Ratio Policial, los cambios sociales continuos a los que cualquier ciudad, de cualquier país, está sometida. Estos cambios sociales pueden favorecer la aparición de ciertos problemas relacionados con la seguridad, donde previamente no existían. La inmediatez sería otro de los requisitos a tener en cuenta a la hora de realizar el previo análisis para la determinación de la Ratio Policial, ya que el tiempo corre en su contra, basándonos en una lógica y sencilla razón: los cambios sociales pueden provocar la invalidez del estudio, al verse modificada la situación del momento exacto en el que se inició el análisis. Esto puede obligar, al autor del estudio, a tener que adaptar nuevamente el trabajo a los cambios acontecidos.

Salvando estos evidentes planteamientos, sobre las necesidades que en materia de seguridad pueden presentar las ciudades en cada momento, hay que sumarle las peculiaridades y características singulares dentro de los diversos cuerpos policiales que poseemos en nuestro país; y dentro de estos las singularidades que presenta cada cuerpo policial autonómico y local, en cuanto a su estructura y funcionamiento. Estas singularidades hacen despuntar las diferencias existentes, entre los cuerpos policiales dependientes de las comunidades autónomas, y de una manera muy llamativa, esas diferencias se hacen aún más evidentes cuando hablamos de las policías locales, debido al elevado número de éstas. Es digno de mencionar: las diferenciaciones se hacen patentes incluso entre policías locales pertenecientes a una misma Comunidad Autónoma.

Por lo tanto, tras esta simple observación podemos llegar a suponer que la intención y el mensaje que pretende transmitir la Unión Europea o la FEMP, a través de sus recomendaciones, es que en base de los datos estadísticos sobre los índices de criminalidad, y atendiendo a criterios básicos sobre seguridad, recomienda una Ratio Policial esencial o de mínimos para dar una respuesta razonable a esos indicativos.

Pero debemos entender que esto se aleja bastante del servicio de “Atención Policial” que todo país democrático que se precie debe ofrecer a sus ciudadanos. Denominamos a este servicio como un servicio de atención, ya que este debe abarcar aspectos no únicamente desde un punto de vista criminalístico, y de represión del crimen, que aunque muy importantes, no pueden alejar a la policía de la prestación del servicio desde un punto de vista de atención ciudadana en todo el amplio abanico de materias que conciernen a nuestra labor policial. Por cierto, esas materias son, a día de hoy, cada vez más numerosas, tales como: labores relacionadas con materias de policía administrativa, vigilancia del tráfico, atención a víctimas en accidentes de tráfico y catástrofes; labores de índole preventivas como la impartición de cursos de concienciación entre los niños, jóvenes y adultos en materia de: tráfico, contacto con las drogas, violencia de género, competencias relacionadas con el cumplimiento de las Ordenanzas Municipales. Existe un largo etcétera de funciones que contribuyen al mantenimiento de esa deseada, y ordenada, vida pacífica en convivencia.

Como hemos podido ver, son otras muchas funciones las que ejercen los cuerpos de Policía Local, y diferentes son los niveles de implicación que se le pueden dedicar a dichas funciones. Todo dependerá de lo que la administración quiera concebir como niveles tolerables de atención o seguridad ciudadana. Siendo sinceros y realistas: nunca acabaremos con los delitos y demás infracciones, o con otros problemas derivados de la propia convivencia en sociedad.
Otra cuestión a tener en cuenta, como comentábamos anteriormente, es que incluso estas labores no tienen porque ser realizadas en las ciudades de la misma forma o con la misma intensidad, o incluso no tienen ni porqué llegarse a realizar. Si algunos municipios no se ven afectados por ciertos problemas generadores de inseguridad… ¡cómo los van a combatir!

ESTRUCTURA BÁSICA DE LA RATIO POLICIAL
La Ratio Policial deberá estar estructurada en factores que serán comunes para todas las ciudades, y ésta dependerá de la mayor o menor afectación sufrida por cada uno de estos factores, contribuyendo con ello a la determinación y aproximación del número ideal de agentes que deben conformar la organización policial de una plantilla determinada.

A continuación enumeraremos algunos factores que podrían constituir la base principal, o de mínimos, que nos puedan llevar a concluir cual sería el ratio más idóneo para una determinada ciudad. Dichos factores serán aquellos que nos ayuden a determinar las realidades o posibles incidencias que afecten a la propia seguridad. Debemos puntualizar un detalle importante, y es que no necesariamente estos factores deben ser los únicos, ya que su número se puede ver incrementado tanto, como propósitos de ampliar el servicio de atención policial deseen los gobernantes. El origen del estudio para la determinación de la Ratio Policial debe partir, y sostenerse, al menos en los siguientes factores:

Geografía, dispersión urbana y demografía del municipio.- Cuanto mayor sea la dispersión de los núcleos rurales y el número de habitantes, mayor deberá ser la logística empleada para hacer llegar los servicios a los mismos. Algunos factores geográficos son impulsores del crecimiento económico de una ciudad ya que favorecen la aparición e instauración del turismo, de infraestructuras portuarias, aeroportuarias, industriales o empresariales. Este crecimiento y expansión genera riquezas, pero a su vez puede atraer ciertos problemas puntuales que podrán afectar a la seguridad ciudadana.

Estudio socioeconómico.- La observación de la estratificación y estructuración social, así como la identificación de posibles conflictos sociales que propicien o favorezcan la aparición de conductas ilícitas o dificulten la normal convivencia entre los ciudadanos.

Características de las vías y del tráfico.- Accesos a la ciudad, particularidades del tráfico rodado, censo de vehículos, y cualquier otra circunstancia que fomente considerablemente el aumento en la densidad del tráfico, o que suponga una dificultad para la normal circulación de vehículos y personas, aunque esto suceda de manera eventual. Resulta igualmente evidente que la falta y los defectos importantes en las infraestructuras de una ciudad, deberán ser mitigadas con una mayor presencia policial para favorecer la fluidez y aumentar la seguridad del tráfico.

Estudio de la plantilla policial existente.- Las labores de vigilancia del tráfico y seguridad ciudadana son las tareas primordiales y las más básicas desde la existencia de los cuerpos policiales. Son aquellas que requieren para su desempeño de unas condiciones psicofísicas óptimas, ya que dependen mucho de éstas, para el buen desarrollo de la función policial. Como es evidente, la capacidad psicofísica en las personas se puede ver afectada por numerosas circunstancias, encontrándose entre ellas la edad.

Estas tareas primordiales (seguridad ciudadana y tráfico) serán el objetivo básico a satisfacer por la Ratio Policial, sin despreciar en absoluto, como ya hemos expuesto anteriormente, otros servicios policiales muy necesarios y demandados por la sociedad. Por lo tanto, habrá que tener en cuenta la edad media de la plantilla, los agentes en situación de Segunda Actividad. Sobre estos últimos, y en el caso de la comunidad autónoma andaluza, la Ley de Coordinación de Policías Locales de Andalucía Ley 13/2001 de 11 de diciembre, establece cierta preferencia para que los agentes policiales desempeñen sus funciones dentro del propio cuerpo policial, pero no desecha la posibilidad de hacerlo en otro área de la administración. De ser así, engrosarían la plantilla policial pero sin desempeñar sus funciones en esta, por lo tanto aumentaría la Ratio Policial sin favorecer a los objetivos de eficacia establecidos, dentro de las políticas de seguridad pública instauradas en cada una de las entidades administrativas, territoriales o en el propio país. 
Del mismo modo se deben analizar cada una de las eventualidades que reflejan la realidad operativa dentro de las plantillas policiales, identificando los índices de producción real (IPR) y concretando unos índices de producción factible (IPF).

Número de cuerpos policiales que operan en la localidad.- Este factor adquiere un muy significativo papel ya que influirá muy positivamente en las ratios policiales si se logra el máximo nivel de coordinación y cooperación entre los distintos cuerpos. Ello provocaría una fusión simulada, operando como un supuesto cuerpo policial único, y definiéndose como si de especialidades dentro de un mismo organigrama se tratara. Esto permite ordenar y encaminar las intervenciones, y cada una de ellas a un único fin: el servicio de atención a la ciudadanía. El ciudadano no percibiría físicamente el funcionamiento policial interno, generando diferenciaciones entre los distintos cuerpos, sino que apreciaría lo único y más importante, que es la solución ofrecida al problema y altos niveles de eficacia, no entrando en cual o qué cuerpo ha intervenido.

Este funcionamiento haría posible el establecimiento de una única Ratio policial que englobaría al total de agentes de los distintos cuerpos, economizando notablemente los recursos y aumentando la eficacia de estos.

Ni que decir tiene que esto se aleja mucho de la actual realidad que vivimos en nuestro país, en cuanto a coordinación y colaboración entre los distintos cuerpos policiales existentes. Hay que decir que todavía se está lejos de experimentar grandes avances en este sentido, aunque ya se están llevando a cabo algunos cambios de importante calado, como la suscripción de algunos municipios al CONVENIO MARCO DE COLABORACIÓN, COOPERACIÓN Y COORDINACIÓN ENTRE EL MINISTERIO DEL INTERIOR Y LA FEDERACIÓN ESPAÑOLA DE MUNICIPIOS Y PROVINCIAS, EN MATERIA DE SEGURIDAD CIUDADANA Y SEGURIDAD VIAL.
Otros factores.- Aparte de los anteriormente enumerados, se pueden acoger un número indeterminado de factores que pueden ser tenidos en cuenta para la futura determinación de La Ratio Policial, respetando un único requisito esencial, y es que dicha causa debe afectar a la seguridad ciudadana o seguridad del tráfico. Éste es un requisito fácilmente apreciable por los profesionales, y por qué no, también por los propios ciudadanos, aunque recae sobre los primeros el hecho de afrontar una única dificultad: se requiere un estudio exhaustivo que oriente la determinación del número de agentes necesarios para poder ofrecer un servicio eficaz, y de calidad.

Todos y cada uno de los factores anteriormente expuestos pueden ser objetivamente mejor precisados, pero por evidentes motivos de síntesis, solo he hecho una simple apreciación sobre las posibles consecuencias que de dicho factor puede afectar, de cualquier modo, a la seguridad.

Después de este breve análisis, y a modo de conclusión, podemos decir que la determinación de la Ratio policial dependerá de muchos factores, eso sí, siempre y cuando (como ya hemos visto anteriormente) estos afecten a la seguridad. Las causas determinantes pueden ser múltiples, aunque hemos podido enumerar algunos factores que nos pueden ayudar a definir el número de funcionarios policiales de una manera más precisa.

La labor policial debe adaptarse en todo momento a los cambios sociales: la sociedad está “viva”, y por ello evoluciona, y con ella el delito. Por ello los cuerpos policiales también deben evolucionar, como mínimo a la par. Como todos sabemos, esas “mutaciones” sociales son continuas y muy numerosas, y a la vez distantes y muy particulares debido a la organización territorial de nuestro Estado.

Un detalle importante, dentro del análisis de las organizaciones policiales, versa sobre la necesaria determinación de los índices de producción real (IPR) y la toma de decisiones sobre los índices de producción factibles (IPF). Los IPR serán aquellos que parten de la realidad que se vive en un mismo momento y en el propio seno de la organización policial, es decir, los niveles de producción dentro de la plantilla sin que en ella se haya experimentado cambio alguno en cuanto a personal, medios, funcionamiento interno, etc.

Por el contrario, los IPF serán aquellos que se marquen dentro de las políticas de seguridad; los niveles óptimos de producción dentro de la plantilla policial que garanticen el cumplimiento de los objetivos para las mejoras en los servicios, es decir, serán los niveles de producción pretendidos por las autoridades para llevar a efecto sus cambios, sus propósitos y mejoras.

Pues bien, antes de llegar a la conclusión sobre la Ratio Policial hay que valorar la posibilidad de llevar a efecto un ejercicio de aproximación de ambos índices, es decir, partiendo de los recursos ya existentes (IPR), se deben realizar los ajustes y cambios necesarios que ayuden a la aproximación a los IPF. Naturalmente, siempre habrá que cumplir con el mayor número posible de objetivos valorados. Una vez llegados al máximo en cuanto al aprovechamiento de los recursos disponibles ya existentes, quedará mayormente precisado el probable incremento de funcionarios policiales para concluir con el logro pretendido, y obtener los índices de producción factibles dispuestos por las autoridades.

Dentro de los IPF marcados en las políticas de seguridad, debemos hacer un inciso y detenernos por un momento en uno de los elementos más importantes y a tener en cuenta dentro de la labor policial: “la prevención”.

Dicha labor de prevención se viene asentando desde hace ya varios años como uno de los pilares fundamentales en la labor de los funcionarios policiales, como así se viene sosteniendo y reafirmando cada vez más dentro de las políticas de seguridad en nuestro país. Las labores preventivas no necesariamente tienen que estar fundadas en datos objetivos sobre un problema concreto en el que se quiere intervenir, ya que pueden servir como referentes las experiencias previas ocurridas en otras poblaciones, y por ende, se adoptan las medidas de prevención necesarias para que dicho problema no llegue a afectarles.

Por lo tanto, podemos decir que en muchos casos la prevención es abstracta, es decir, no actúa concretamente contra nada ni nadie, sino que ejercen funciones que van dirigidas a la sociedad en general, y encaminadas a prevenir que dichos sucesos afecten a una determinada comunidad con la simple presencia policial, actividades de control, labores educativas, etc. Esto, como es evidente, queda totalmente supeditado a la voluntad de quienes nos gobiernan y pueden destinar a ello tantos recursos humanos, o materiales, como la economía de la propia administración les permita.

Por lo tanto, por la complejidad que rodea a la seguridad ciudadana, debemos entender como algo carente de sentido, el hecho de realizar una Ratio Policial basándonos única y exclusivamente en un solo criterio, como puede ser la referencia del número de habitantes o los índices de criminalidad de una población concreta, ya que ello no refleja en su totalidad la verdadera realidad sobre los problemas que en materia de seguridad puede presentar una sociedad en un momento determinado.

Para finalizar, podemos concluir que la Ratio Policial será aquella que nuestras autoridades, previo análisis y apoyados en un minucioso soporte técnico, lleguen a concretar, ya que son los máximos garantes y responsables para la puesta en funcionamiento de los mecanismos necesarios, garantizando con ello la seguridad ciudadana y la protección de los derechos y libertades de los ciudadanos, ofreciendo, como no podría ser menos, un óptimo servicio de atención a la ciudadanía.

domingo, 3 de junio de 2012

UNA NOCHE CUALQUIERA: le pasó a él por estar ahí…


Una noche cualquiera, en pleno mes de verano, un policía salió a patrullar como hacía cada vez que le tocaba trabajar a su turno. Salió, como todos los días, con muchas ganas de ayudar dónde y cómo hiciera falta, y con el mismo ánimo de sorprender a los malhechores en plena actividad ilícita. No hacía ascos a ningún tipo de incidencia delictiva o humanitaria.

Ese compañero salía así de animado a trabajar todos los días, pese a saber de la inquina que algunos le tenían dentro del colectivo al que pertenecía, amén de la enemistad manifiesta de algún político con carta en el “servicio”. Muchas eran las zancadillas y trompicones que tenía que sortear diariamente, desde que comenzó a trabajar en “la empresa”. Pese a eso, que no es poco, ese policía siempre estaba presto a ayudar a todos y cada uno de los que mostraban abierta o encubiertamente aquella animadversión. Esto último lo demostró siempre que se presentó la ocasión, y fuese quien fuese el que pidiera apoyo. ¡Él siempre estaba allí…!

Antes de tropezarse con nuevas sensaciones, estuvo toda la noche saboreando las mismas de cada día de trabajo: sentimiento de ayuda a la mayoría mientras “fastidiaba”, aplicando la Ley, a la minoría —infractores/delincuentes—. Creía en lo que hacía, y para ayudar a unos tenía que reprender a otros. Ese es el juego. Es muy sencillo comprenderlo y asimilarlo. Aquella noche, durante las primeras horas del servicio, incautó pequeñas cantidades de sustancias estupefacientes prohibidas y también realizó alguna alcoholemia al conductor de algún vehículo. Un arma prohibida también fue decomisada, quedando retirada de la calle. Ah, él no iba solo: le acompañaba el que desde hacía algún tiempo era casi binomio fijo de servicio.

Se iba acercando el momento que cambiaría su vida. Iba a conocer nuevas sensaciones y él aún no lo sabía. Pasaban las horas de servicio y tocó ir a reponer energías. Como casi todos los compañeros, cuando trabajan en el turno de noche, acudió a la gasolinera de siempre para tomar un café y algún bocado. Tras repostar…”carretera y manta”. Había cosas que hacer y siguió buscando infractores de todo género y calaña.

Bien entrada la madrugada, el animado policía, algo acalorado por las altas temperaturas veraniegas, trató de hacer un servicio de lo más cotidiano y rutinario: trató de identificar al infractor de un precepto de tráfico. Él y todos lo que son como él hacen eso mil veces al año —otros ni en mil años lo harían un puñado de veces—. Pero lo que consiguió identificar fue una situación que hasta entonces le era desconocida. Una situación para la que siempre se había preparado, pero que siempre creyó que nunca conocería.  Nuevas sensaciones y sonidos. ¡Esa noche conoció la soledad! Pero no cualquier soledad sino la soledad con mayúsculas. Hablamos del a veces manido: “… O TÚ O YO…”. Aquella soledad era, a la par, silenciosa y ruidosa. Todo era nuevo y extraño. ¡Por Dios, qué está pasándome! Fue algo nuevo y distinto, algo que pocos conocen. Algo que pocos pueden contar.

Esa situación fatal es aquella para la que muchos creen estar preparados, pero cuyo extremo, por suerte para ellos y sus familias, casi nunca tendrán que verificar.

Aquella SOLEDAD la sintió porque fue eso, una sensación; fue como si estuviera desnudo ante el mundo. Solo e indefenso. Nadie podía ayudarlo, era él y el mundo, pero el mundo tenía forma de bicho negro. Aquello no paró de envestirlo una y otra vez. Durante algún tiempo —eterno y rápido—, escasos segundos en realidad, no pudo hacer nada para defenderse. Seguía sintiéndose observado y desprotegido mientras el monstruo trataba de eliminarlo. Para ese compañero fue el peor momento de su vida. Todo ocurrió en muy poco tiempo, pero pasó de todo. No tuvo tiempo de pensar en nada, pero por su mente, como si de una pantalla de cine se tratara, pasaron infinitos capítulos de su vida.

Esa madrugada se topó con una bestia corneadora. Gracias a Dios y a varios factores más, ese policía sorteó las cornadas, si bien una de ellas le dejó huella en el alma, en la mente y en alguna parte de su anatomía. Esa noche cambió su vida. Vive, desde entonces, en una extraña línea: el antes y el después.

Esa noche trajo consigo, a ese compañero, un montón de datos e información relativa a la amistad, al compañerismo y a la profesionalidad. Claras conclusiones fueron obtenidas.

Durante meses ordenó y clasificó todo aquello que, a modo de “datos”, le iba llegando por diversas fuentes. El odio y la envidia no tienen límites en la especie humana. Aunque parezca mentira, algunos de los que se visten de policía, y que además cobran por ello, jalearon a la bestia que trató de quitar la vida a un compañero de la Policía. Hubo quien incluso lamentó que aquel policía hubiera sabido y podido capear a su homicida particular. Algunos de esos, quizá todos, jamás vieron al toro ni desde la barrera, tal vez por eso les resultó muy fácil sentirse más cercanos al bicho que al policía. Malditos.

Aquel compañero que durante tan breve espacio tiempo, pero a la vez tan eterno instante, se sintió abandonado, ha vuelto otra vez a la plaza. ¡Ah!, y cuidado, porque ha saltado al ruedo con el mismo ánimo y fuerza que aquella noche. Ahora sigue, como siempre, tratando de cumplir con la que para él es una misión sagrada, que pocos comprenden y respetan.

Lo más duro de todo lo descubierto y vivido, tras los primeros meses de recuperación física, no fue el dolor de las heridas y sus secuelas, tampoco fue el agotamiento de las jornadas de fisioterapia. No fue, ni tan siquiera, el recuerdo de la primera semana que permaneció alejado de su familia mientras permaneció hospitalizado. Lo más doloroso fue descubrir el olvido, el desprecio y la falta de respeto que mostraron algunos compañeros que, hasta aquella noche cualquiera de verano, parecían amigos. Como poco eran de los “buenos” y de ellos se esperaba algo. Un gesto al menos. Alguno de esos siempre se mostró cercano y había compartido años de servicio mano a mano, noche a noche y palo a palo, con el que ahora estaba medio muerto.

Todo es mentira. Jefes y políticos…todo mentira. Él, en el fondo, sabía quienes serían los que siempre iban a estar ahí. No se equivocó. Ellos estuvieron aquel día y los siguientes. La única verdad de todo es el olvido.

Ese olvido se presentó en forma de ausencia de llamadas, de nulas visitas y de desinterés por el estado de salud físico y mental. En definitiva, ausencia de respeto a un compañero del que había pruebas sobradas de que, llegado el caso, hubiera dado todo por ellos. Todo por todos. El policía tenía heridas en su cuerpo, pero también en su alma.
 
Él, a día de hoy, cree que existió desconfianza y recelo por parte de algunos de esos ausentes. Algunos de esos olvidadizos compañeros quizá pensaron que ese policía, al igual que ellos pudieron haber hecho en alguna ocasión, había obrado con trampas. Otros directamente así quisieron elucubrarlo, creerlo y difundirlo con maldad y con conocimiento y evidencias de todo lo contrario.

¿Mezcla de odio personal o ignorancia supina?, seguramente grandes dosis de ambos conceptos se conjugaron para dar pábulo negativo. Los que tendieron a pensar en sucias teorías, no recordaron que su olvidado y despreciado compañero siempre les recomendó no hacer trampas nunca. ¡Cree el ladrón que los demás son de su condición…! Cuando las cosas se hacen bien no requieren de remiendos.

¡Cómo pasa el tiempo!

Fueron pasando los días, los meses e incluso los años, y lejos de ver las cosas de otro color, el ambiente profesional que rodea a ese policía siguió tornándose cada vez más gris. Mentiras, odios y envidias, emanadas de las inseguridades que fluyen de las incapacidades de muchos, son los culpables de esas grises tonalidades. Creer en las mentiras, sobre todo si son escabrosas, es muy fácil para el ser humano, más aún lo es cuando se está dispuesto a creer en contra de un semejante.

Es más fácil destruir que construir y es más cómodo ser cobarde que valiente. Si ser honesto fuese fácil y cómodo…no habría tanto trepa, tanto despropósito y tanta falsedad.

Él...

viernes, 27 de abril de 2012

Poli malo "Vs". Poli bueno

Por: Ernesto Pérez Vera

Ya han pasado varios años de aquello, pero merece la pena volver la mirada al pasado. Hoy vamos a conocer y analizar que ocurrió el 22 de abril de 2005 en la plaza Les Glòries de Barcelona.

El autor del artículo entrenando
Serían sobre las 19,00 horas de la tarde de aquel día, cuando el servicio privado de seguridad del Centro Comercial Les Glòries (junto a la Diagonal) detectó actitudes sospechosas en dos clientes. Estas personas, ambos varones y jóvenes, estaban realizando compras casi compulsivas en diversos establecimientos de ropa. Hasta ahí todo normal, pero lo que no era normal era el modo de pago de todo aquello que adquirían: abonaban exclusivamente con billetes de 5 euros.

Ante la sospecha de que los sujetos estuviesen empleando dinero falso o procedente de otro ilícito, el jefe de seguridad del centro comercial efectuó un amplio seguimiento de las dos personas. Con el CCTV (Circuito Cerrado de Televisión) pudo seguir en todos sus movimientos a los compulsivos comparadores. Mientras tanto los Mossos de Escuadra (Cuerpo de Policía dependiente del Gobierno de la Generalitat) ya estaban alertados y en camino.

Personada en el lugar una unidad policial radio-patrulla de los Mossos, los agentes trataron de identificar a uno de los individuos sospechosos, diligencia que se efectuó en la vía pública y justo en el instante en el que esta persona abandonaba el establecimiento comercial. A los agentes de policía les acompañaban dos vigilantes de seguridad de la empresa SECURITAS (empresa que prestaba servicio en el centro comercial). Con la excusa de comprobar los tickets de compra, los vigilantes y policías querían llevar a lugar reservado al sospechoso, pero este no estaba por la labor de colaborar. Por el momento y tras leer lo hasta ahora expresado, no hay nada extraño que haga suponer que todo cambiará en segundos. Todos los policías que están ahora leyendo estas palabras han/hemos pasado, muchas veces, por actuaciones de este corte.
Pistola Tokarev  TT-30/33 (TT-Tula Tokarev)
Ninguno de los uniformados podía imaginar que estaban ante Ramón Rodríguez Schroter, un expolicía alemán de origen español y con 28 años de edad, que se encontraba en requisitoria policial internacional. A Schroter se le imputaban varios atracos a bancos en Alemania, en uno de los cuales perdió la vida una persona. El alemán comenzó un violento forcejeo con los agentes policiales y privados, tratando con ahínco de abandonar el lugar. En estas estaban todos —distancia propia de identificación, cacheo o propio forcejeo— cuando el expolicía extrajo, de una bolsa riñonera, una pistola Tokarev —de amplio y extendido uso en los antiguos países satélites de la URSS— de la saga TT-30/33 (calibre 7,62 m/m Tokarev). Todo quedó filmado por el CCTV del centro comercial.

En el instante en el que el delincuente iniciaba el “desenfunde” de su pistola, uno de los policías, percatado de ello, hizo lo propio: desenfundó su pistola HK-USP-C y encañonó a Schroter. Durante unos segundos fue un verdadero man to man”. Cada uno de ellos dirigía su arma hacia el otro, y todo a menos de 2 metros de distancia y rodeado de civiles, amén del restos de agentes.

Aquí puede verse fotograma a fotograma todo lo sucedido:   http://www.youtube.com/watch?v=McgAmsvKo0M&feature=player_embedded

Pistola HK-USP-C, una de las más usadas en España por las FYCS
Del análisis de las imágenes se pueden obtener multitud de datos, todos ellos dignos de ser tenidos en cuenta a la hora de hablar y planificar entrenamientos policiales de tiro. Se constata la presencia y evidencia de muchos factores y características presentes en casi todos los enfrentamientos policiales, en países civilizados.

En los fotogramas no se ve montar el arma, pero el policía antes de efectuar el primer disparo conminaba al alemán con su arma en disposición de fuego de “simple acción”. Pudo montar el arma sin que el CCTV lo captase (en el instante del desenfunde el policía está de espalda a la cámara). Puede que el agente portase el arma en condición de disparo en “doble acción”, y en el momento de desenfundar desplazara el martillo hacia atrás —yo lo consideraría un error por riesgo de descarga involuntaria—. También podría haberse efectuado el primer disparo antes de que el CCTV captara la imagen del martillo retrasado en la HK-USP-C del mosso. Tampoco Ramón Rodríguez Schroter es captado en el instante de manipular su Tokarev para alimentar la recámara, ¿iría ya preparada para abrir fuego…?

Veamos algunos puntos o cuestiones

Pese al cara a cara entre el policía y el atracador, el segundo no se amilana y dispara al agente sin causarle lesión alguna (no impacta en el funcionario). No obstante, Ramón Rodríguez pudo acabar —al menos disparar— con todos aquellos de los que trataba de deshacerse físicamente. Los vigilantes no portaban armas de fuego, pero sí los dos policías, sin embargo solamente un agente desenfunda su pistola. Por cierto, nada acertada la funda portada por el agente catalán, aún así pudo ser resolutivo. De haber querido hacerlo, el alemán pudo disparar a todos.
Un escolta privado entrenando 

Sin obligación legal de haber sido disparado previamente, el policía estaba legalmente amparado para efectuar sus disparos. La mera presencia de un arma de fuego hacia él dirigida y sobre todo la escasa distancia del encañonamiento, hacía jurídicamente viable el empleo del arma. Señores, no estamos obligados a soportar heridas propias o impropias para iniciar la defensa. Además en este caso concreto vemos la excesiva presencia de civiles en el entorno, personas ajenas a la intervención. Esto hacía aconsejable acabar rápidamente con la situación de riesgo inminente que Ramón estaba proporcionando. Por suerte todo finalizó bien para los “buenos”, pero todo hacía indicar que no sería así.   

Lean esta definición de legítima defensa y mediten sobre ella: El defensor debe elegir de entre varias clases de defensas posibles, aquella que cause el mínimo daño al agresor —naturalmente elegirá entre los medios disponibles en ese preciso instante, pero NO por ello tiene que aceptar la posibilidad de daños a su propiedad o lesiones en su propio cuerpo —no necesariamente debe haber sido herido para defenderse—, sino que ESTÁ LEGITIMADO para emplear, como medios defensivos, los medios objetivamente eficaces que permitan esperar, con seguridad, la eliminación del peligro medio que garantiza la eficacia”. (BGH GA 1956,49 y Roxin, C., Derecho Penal. Parte General…, T. 1, edit. Thomson Civitas, Madrid, 2003, p.628/9).

Aún habiéndose producido el enfrentamiento a no más de 2 metros de distancia, Ramón —el atracador alemán— erró su disparo. No así el mosso, que acertó en 4 ocasiones. Aún herido por 4 impactos de bala del 9 m/m Parabellum/Luger, el alemán no cayó al suelo. No fue neutralizada su hostil acción. Al menos un proyectil alcanzó el tórax, pero Ramón permaneció en pie con su arma en la mano. Algunos testigos entrevistados por la prensa estaban sorprendidos por esto. Conclusión: lo importante no es siempre el calibre empleado ni el tipo de proyectil, aunque determinados calibres y proyectiles son potencialmente más óptimos. Lo que de verdad tiene importancia es alcanzar determinados órganos internos del cuerpo. No solamente una zona concreta del cuerpo, sino el órgano adecuado que se ubique en aquella zona del cuerpo.

El autor del artículo
Tal era todavía la capacidad combativa del herido, que volvió a emplear su pistola una vez más. Fue la última vez: se suicidó. Viéndose acorralado y quizá sabiéndose herido, se disparó con la Tokarev en la sien derecha, abandonando el proyectil el cráneo por otro punto. El proyectil sobrepentró la cabeza y rebotó en una pared, si bien no fue posteriormente localizado. La sobrepenetración está presente en casi todos los enfrentamientos policiales, produciendo muchos de ellos lesiones a terceros. Estas se producen unas veces al alcanzar el proyectil cuerpos humanos y otras veces muebles y enseres urbanos o domésticos cotidianos. Pese a la idea de menor potencia del calibre 7,62x25 m/m Tokarev, se fabricaron montados con proyectiles de núcleo de acero —también FMJ convencional, pero los de acero eran usados como munición ordinaria en algunos países como Polonia—, lo cual proporciona cierta capacidad para perforar blindajes personales.

En el vídeo podemos observar como ninguno de los contrincantes del “hombre contra hombre” adoptaba posición alguna de tiro a dos manos (seguramente el tiro a dos manos era el más entrenado profesionalmente por ambos). Tanto el atracador alemán como el policía catalán empuñan y disparan sus armas con una mano. Tampoco es que empleen una técnica concreta o depurada de tiro a una mano, simplemente usan el instinto: ¡acaso a esas distancias hay necesidad y tiempo de hacer otra cosa…! Seguramente el policía no fue instruido nunca en el empleo del arma a una mano, pero llegado el día de la verdad…recurrió a ello. La fisiología manda.

La pérdida de habilidad motora fina/digital
puede provocar  dificultad para desenfundar
Cuando las cosas son así de crudas en los fotogramas del vídeo vemos que se ponen muy crudas el ser humano, aunque sea policía, sufre un brusco y automático cambio hormonal. En un escaso espacio de tiempo, de difícil cuantificación, el ser humano experimenta una serie de cambios tan bruscos, no controlados por él, que no podrá hacer aquello que normalmente realiza con suma facilidad. Por el contrario podría elevar el umbral del dolor e incluso no advertir la existencia de heridas. La pérdida de habilidades motoras finas y complejas se produce rápidamente. Esto implicará dificultad para coordinar movimientos físicos con coherencia y precisión. La capacidad cognitiva se ve seriamente alterada y la realización manual de manipulaciones digitales de precisión se convierte en algo complicado (desactivar seguros de armas o fundas, por ejemplo). Técnicas de tiro que emplean ambas manos, principalmente si son asimétricas, serían difícilmente adoptable. El cerebro, ante tal situación vital, no opera racionalmente sino automática y emocionalmente.

Por todo ello, una vez más hay que insistir en que la instrucción de los policías debe basarse en este tipo de cuestiones fisiológicas. Las técnicas de tiro deben ser sencillas y naturales, de fácil asimilación incluso por tiradores poco instruidos —la mayoría—. El tiro a una mano está presente en casi todos los enfrentamientos producidos a distancias cortas y muy cortas, pero no siempre se instruye y mentaliza al policía de ello. Aún así, policías no entrenados en técnicas de tiro a una mano, recurren a ella cuando la cosa se complica y la vida está en juego a cortas distancias. Si sabemos que esto es cierto, y lo sabemos porque lo vemos, ¡porqué no instruir en base a ello!
Ejercicio "force on force"

Este tipo de encuentros armados son muy habituales, y además del entrenar o en galería con armas reales y blancos/siluetas, la formación “force on force” puede ser ideal. Este tipo de entrenamiento se realiza con armas airsoft o con armas recamaradas para proyectar proyectiles marcadores de jaboncillo colorante o pintura. Es infinitamente más económico el entrenamiento airsoft.  En estos entrenamientos es donde se advierte la dificultad de reaccionar eficazmente a distancias extremas, cuando se está siendo también acometido gravemente.

Para terminar con la historia de Ramón Rodríguez Schroter y su paseo por Barcelona, decir que su compinche fue detenido y que en una taquilla del centro comercial guardaban también en un vehículo Mercedes una bolsa con más de 50.000 euros en billetes de 5 euros. El expolicía portaba hasta 6 documentos de identidad con su fotografía y varias filiaciones, siendo una de ellas la verdadera.