POLICÍA LOCAL DE TARIFA (Página no oficial)

miércoles, 13 de octubre de 2010

EN LAS FUERZAS POLICIALES: ¿qué nos lleva a querer ascender?

Por: Don Gonzalo

La mayoría de los que ingresamos en los Cuerpos de Seguridad no lo hacemos con la intención, de antemano, de ascender en la institución. Digo la mayoría. Sin embargo, cuando van trascurriendo los años dentro de la organización, algunos que jamás se lo plantearon, por diversos motivos, deciden probar suerte y opositan en promoción interna. Esto es siempre loable y lícito. Pero cuando uno ve tantas y tantas barbaridades -locuras muchas de ellas- se pregunta: ¿por qué fulano o mengano han ascendido…qué los movió a ello… quien los apoyó? Precisamente, si me pregunto eso es porque fulano y mengano fueron siempre funcionarios manifiestamente nada comprometidos y poco cualificados, aún así… ¡ahora tienen mando sobre los que “ayer” eran sus iguales de empleo!

Lamentablemente, muchos de los que año tras año van ascendiendo, olvidan sus postulados antes de lucir galones o estrellas. Algunos de los que ahora, ya con mando legítimo, empujan a los subordinados a trabajar más y más, tratan, a veces, de dar lecciones de ética, profesionalidad y hasta de moral, cuando ellos, justo antes del ascenso, eran los que alentaban y arengaban a sus compañeros a trabajar, por decir algo, en sentido contrario: vagabundear y “tirar balones fuera”. Este tipo de especímenes suele hacer creer, a sus mandos superiores y políticos, que ellos son ejemplares mandos y profesionales “espejo”. En ocasiones intentan parecer –solo parecer- que poseen capacidad, y méritos, como la de aquellos que antes criticaban y despellejaban. Muchos de los mandos advenedizos -casi siempre intermedios- nunca fueron ejemplos de virtudes de ningún género. Hablo por experiencia propia. Eso sí, personalmente conozco a un puñado -quizá menos de un puñado- de mandos intermedios que siempre han sido ejemplo y estímulo para los que trabajan en su entorno, pero esta es una especie escasa. Estos son rara avis.

Todo esto me hace reflexionar, y ello me lleva a preguntarme: ¿ascienden todos para trabajar más y mejor desde otros foros o estadios de la organización…? ¿Ascienden para aumentar los emonumentos con los que ganar calidad de vida familiar…? Las aspiraciones y ambiciones profesionales son positivas casi siempre. Pero no. Un oscuro motivo existe, cada día más, entre los que quieren alcanzar el ascenso de empleo: la gente quiera ascender, demasiadas veces, para ganar más…subir peldaños…y hacer menos. Demasiadas veces, unido de la mano de lo anterior está el beneficiarse personalmente del nuevo puesto. Exprimir sus ventajas para “saco propio”. Amigos, cuando ese es único motivo que inspira al que aspira a ascender, el motivo es bastardo, infame y despreciable. En estas organizaciones va en aumento el ser vacacional y NO vocacional, por tanto: hay que distinguir entre la mentalidad del funcionario y la del Policía; o como ya dijo otro: unos trabajan de policía y otros son Policías.

Pocos son los que buscan con el ascenso, además de un mayor poder adquisitivo –con ello también mayor status económico-, la posibilidad de hacer más desde más “alto”. Este sí es un noble y ético motivo por el cual desear el ascenso. De estos se obtendrá siempre un beneficio común y repartido.

Son muchas las características que debe poseer un jefe superior o mando intermedio. Sin lugar a dudas, se da por sentado que ellos poseen conocimientos técnico-profesionales superiores a los que tienen aquellos que están por debajo en el organigrama; por descontado, se supone que también son poseedores de conocimientos sobre técnicas de mando y organización. Sí, lo sé, a veces es mucho suponer. Otras características, seguramente no alcanzables mediante el estudio, deben ser desarrolladas y puestas en práctica por esos superiores, pero la educación, la clase y el don de mando no se compra ni se regala…se posee o no se posee.

Seamos militares o civiles, creo que el artículo 65 de la Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas españolas, debería ser “mascado” por todos los que ocupan cargos de responsabilidad sobre otros. Muchos creerán, -seguramente los propios protagonistas del texto- que ellos están dentro del perfil que propongo. En unos casos así será, ¡ojalá sean muchos! Pero en otros casos habrá mucha sucia mentira propia e interna, así pues, que cada uno se engañe a sí mismo si eso le satisface. Con sus embustes, los que estén en el caso segundo, creen sacar brillo a sus hombreras.

Textualmente, así reza el Artículo 65 de la Ley 85/78, de 28 de diciembre, de la Reales Ordenanzas de las Fuerzas Armadas: El Cabo, como jefe más inmediato del soldado o marinero, se hará querer y respetar de él; no le disimulará jamás las faltas de subordinación; le infundirá amor al servicio y mucha exactitud en el desempeño de sus obligaciones; será firme en el mando, graciable en lo que pueda y será comedido en su actitud y palabras aun cuando sancione o reprenda.

Si muchos aplicaran a su vida profesional este artículo, aunque fuese de vez en cuando, y tan solo en parte, ¡solo un poco!, otro gallo nos cantaría a todos.■

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