Por: Ernesto Pérez Vera
Instructor de Tiro Policial y Defensivo
Como ya saben los que me leen, por haber escrito varias veces sobre ello, el F.B.I. norteamericano analiza, anualmente, los enfrentamientos policiales que acaban con la vida de agentes de policía en aquel país. Todos los años, durante el otoño, se hace público el trabajo que una comisión especial realiza bajo el nombre de: LEOKA (Law Enforcement Officers Killed and Assaulted). Ese trabajo se efectúa sobre los datos obtenidos en aquellos escenarios en los que, durante el año anterior, cayeron, en el cumplimiento del deber, agentes de la autoridad norteamericanos. Sean agentes federales (FBI, DEA, ATF, etc.), agentes de la Policía Metropolitana (Policías Locales), policías del Estado, o agentes del Condado (Departamentos del Sheriff), todos reciben la misma consideración de cara al estudio Leoka. Existe un fuerte compromiso institucional, y el Departamento de Justicia (equivalente a nuestro Ministerio de Justicia), del cual depende la agencia federal llamada F.B.I., pretende, con estos trabajos, que se conozca la verdad del enfrentamiento para mejorar los entrenamientos policiales.
Durante el año 2009, un total de 35 casos fueron analizados en todo el territorio nacional “yanqui”, siendo 48 el número total de agentes asesinados. La cosa no mejora de modo ostensible. Seguidamente relaciono, por años, las cifras de agentes asesinados en los Estados Unidos a lo largo de la década en curso:
Año 2000: 51 agentes asesinados. Año 2001: 70 agentes asesinados.
Año 2002: 56 agentes asesinados. Año 2003: 52 agentes asesinados.
Año 2004: 57 agentes asesinados. Año 2005: 55 agentes asesinados.
Año 2006: 48 agentes asesinados. Año 2007: 58 agentes asesinados.
Año 2008: 41 agentes asesinados
Las distancias de los enfrentamientos son variadas, predominando las muy cercanas e incluso las de contacto físico entre las partes. En cuanto a los medios empleados para acabar con la vida de los agentes, hay de todo: armas largas, cortas y atropellos deliberados con vehículos a motor (2 agentes fueron brutalmente atropellados). En lo relativo a calibres de armas de fuego, también hay un buen popurrí: 9 m/m Corto, 9 m/m Parabellum, .22Lr, .32 S.W., .38 Especial, .357 Magnum, .40 S.W. y .45 A.C.P., hasta aquí todo lo que respecta a armas cortas. Bueno, la verdad es que algún arma larga del calibre 9 m/m Parabellum, y .22, también fue empleada contra los agentes asesinados. En lo que respecta a calibres puramente de arma larga, estos son los que se emplearon: .280 Rem., 5,56x45 m/m OTAN, 7,62x51 m/m OTAN, 7,62x39 m/m (AK), 7 m/m y .30-06 Springfield.
Tras leer los informes de todos y cada uno de los 35 funestos sucesos, alcanzo la conclusión de que los policías de allí atienden el mismo tipo de llamadas ciudadanas, e infracciones, que aquí atendemos nosotros: riñas familiares, riñas vecinales, conductores ebrios, atracos, malos tratos en el ámbito familiar, etc., etc. Por cierto, las riñas domésticas han aportado un buen número de bajas en el estudio que ahora conocemos en este artículo. Fueron numerosos los casos de agentes asesinados cuando acudieron a una vivienda para mediar en riñas domésticas entre cónyuges, padres e hijos o entre hermanos.
Muchos de los agentes fallecieron durante la identificación de conductores que habían cometido alguna infracción de tráfico, y siempre a una distancia no superior a los 5 metros. Muchos asesinos abrieron fuego, contra los agentes, desde dentro de los vehículos, o desde la ventanilla al sentir la aproximación policial. Especialmente brutal fue el caso de un tipo que mató a 4 agentes en una cafetería mientras los policías, al inicio del turno de la mañana, tomaban un café. Fueron tiroteados con una pistola del calibre 9 m/m Parabellum, y la distancia fue la del: “…hola, buenos días…”
En Leoka/2009 todos los homicidas, excepto uno o dos, tenían en común algo y es que eran consumidores de drogas, o traficantes de ellas. La mayoría sumaba un buen número de antecedentes policiales y se encontraban en libertad condicional. Algunos tenían problemas mentales diagnosticados. Sobre las edades, eran variopintas: los había de más de 50 años, y de poco más de 20 años de edad algunos de ellos. La edad media de los agresores era de 35 años.
Lo que más me llama la atención es que todos los agentes usaban, en el momento de ser abatidos, chalecos antibalas. Insisto, todos tenían puesto un chaleco antibalas. Pocos fueron impactados en el pecho o espalda, y los que ahí eran alcanzados, lo eran justamente en la zona del torno no protegida, que es la zona próxima al cuello o a la tráquea. La mayoría de policías recibieron disparos en la cabeza. Los que sí fueron impactados en el chaleco, no pudieron sacarle partido: fueron disparados con calibres excesivamente potentes, como son los de arma larga antes referidos. Ningún chaleco policial convencional, de uso interior –tampoco los exteriores de nivel de protección IIIA, que son los de uso normal para proyectiles de arma corta- detiene los proyectiles de arma larga que se describieron en el test Leoka/2009. En algunos casos se impactó en el pecho, pero entrando la bala de modo lateral, o sea por la sisa. Si levantamos los brazos en posición de tiro, y nos disparan semilateralmente…pueden entrarnos los disparos por la zona de las axilas. Esto es frecuente por desgracia. Se me viene a la mente el asesinato del policía nacional francés, en marzo de 2010, Jean-Serge Nérin a manos de la banda de perros mafiosos eta (lo escribo en minúsculas a propósito). Nérin murió por un impacto que entró por la sisa del chaleco balístico que portaba en el momento del tiroteo.
Entre los 48 policías asesinados en 2009, había funcionarios de todos los empleos y escalas: Agentes, Cabos, Sargentos, Tenientes y Capitanes. Se ve que allí no todos los que mandan se esconden detrás de la mesa de un despacho. Ya me gustaría ver a mí a más de uno, de los que yo conozco, a las tres de la madrugada en la puerta de una discoteca deteniendo a sujetos violentos…
Muchos de los agentes asesinados no fueron capaces de hacer fuego de réplica con sus armas, pero otros sí lo consiguieron incluso estando gravemente heridos. Más difícil todavía: en un caso se produjo una traba en el arma durante el enfrentamiento. La mayoría de los enfrentamientos fueron muy rápidos, y todos muy violentos. Duraron, casi todos, entre uno y cuatro segundos, pero en otros casos hubo que usar a unidades especiales para localizar a sujetos atrincherados. No hubo muchos disparos en casi ninguno de los enfrentamientos, pero es de destacar el caso de un Capitán asesinado cuando atendía un atraco: disparó su pistola 13 veces, antes de morir, y consiguió herir a su homicida.
Entre los asesinados había funcionarios muy veteranos, y otros algo menos experimentados, pero no abundaban los novatos, auque los había. La mayoría de los policías tenían entre 30 y 40 años de edad, y contaban con una media de 8 a 10 años de antigüedad en el Cuerpo. Dos de los 48 asesinados estaban fuera de servicio. Uno de ellos acababa de terminar su turno de servicio y decidió acompañar a los policías entrantes de turno a una situación violenta: allí perdió la vida casi sin bajar de su coche. Otro agente franco de servicio, con menos de 30 años de edad y con muy poco tiempo de servicio, fue impactado con un proyectil del calibre 9 m/m Corto en la frente. Este joven agente detectó una riña en la misma urbanización en la que él residía, y decidió intervenir para separar a las partes: perdió la vida. En mi opinión, estos dos agentes, si cabe, merecen un extra de respeto y reconocimiento. El calibre que mató a ese agente, el 9 m/m Corto, no es especialmente potente, pero amigos, lo importante no es la bala sino la zona del cuerpo donde ésta acabe. Especialmente “débil” son los calibres “.22”, pero sin embargo varios agentes murieron impactados por ese calibre.
El país del que hablamos, U.S.A., es muy grande en cuanto a extensión física, y el uso de las armas de fuego, en todos los ámbitos, está ampliamente extendido, no como en España –en ese caso, gracias a Dios-. Las armas de fuego en los Estados Unidos son parte de su propia cultura. Pero no nos engañemos: todos los años hay muchos tiroteos en nuestro país, entre “buenos y malos”. Es más, que no caigan más agentes españoles en enfrentamientos no es siempre por el hecho de que no existan armas en las calles, seguramente sea otro el factor que propicia el resultado; porque armas sí que hay, ¡y ustedes lo saben!
Seguro que todos conocemos casos, en nuestras unidades, de llamadas ciudadanas en las que se habla de riñas con uso de armas de fuego, ¿verdad que todos acudimos a esas llamadas? Pues bien, seamos sinceros, ¿todos los agentes acuden con celeridad y determinación a esos comunicados de la Sala Operativa de Transmisiones…? Lo sé. Yo también conozco “sangrantes” casos de agentes que, ante esas comisiones de la Sala, rodean la ciudad para llegar cuando el violento armado se haya marchado… Bueno, en realidad muchos acuden con esa falta de compromiso a todas las llamadas, no solo a las que entrañan más riesgo.
Huir del conflicto es una buena forma de sobrevivir, no en vano es uno de los mecanismos humanos de supervivencia; ¡pero por Dios! nosotros, los POLICÍAS, no debemos, por ética y aplicación del Derecho, rehuir del compromiso profesional. Si con celeridad y compromiso se atendieran todas las llamadas, en las que se habla de uso de armas de fuego, las cifras de agentes abatidos en España serían otras.
En posteriores artículos, narraré algunos de los 35 sucesos que han formado parte del estudio Leoka/2009. Las circunstancias que rodearon a esos incidentes, a todos ellos, nos resultará de gran valor revelador. Como ya apunté antes, muchos de los compañeros “gringos” fueron abatidos durante la realización de actuaciones sencillas y cotidianas de nuestras vidas profesionales: interponer una denuncia por exceso de velocidad, mediar en una riña o tratar de detener a un vulgar ladrón, puede acabar con un policía derramando su sangre en el asfalto de una carretera o en la entrada de una vivienda o supermercado.
Cuídense mucho ahí fuera, sus familias se lo agradecerán más que sus jefes, pero no dejen de cumplir con sus obligaciones, eso sí, tomando precauciones. ¡Ah!, no confundan lo de tomar precauciones con el abandono de las obligaciones. Algunos venden humo, otros venden profesionalidad, ¿que venden ustedes? Por cierto, sin medios, pero con compromiso y profesionalidad, se vende algo más: dignidad, orgullo y honor. De todos modos, ¿de qué estamos hablando…? ¡Demasiados no creen en lo que representan…!■
Instructor de Tiro Policial y Defensivo
Como ya saben los que me leen, por haber escrito varias veces sobre ello, el F.B.I. norteamericano analiza, anualmente, los enfrentamientos policiales que acaban con la vida de agentes de policía en aquel país. Todos los años, durante el otoño, se hace público el trabajo que una comisión especial realiza bajo el nombre de: LEOKA (Law Enforcement Officers Killed and Assaulted). Ese trabajo se efectúa sobre los datos obtenidos en aquellos escenarios en los que, durante el año anterior, cayeron, en el cumplimiento del deber, agentes de la autoridad norteamericanos. Sean agentes federales (FBI, DEA, ATF, etc.), agentes de la Policía Metropolitana (Policías Locales), policías del Estado, o agentes del Condado (Departamentos del Sheriff), todos reciben la misma consideración de cara al estudio Leoka. Existe un fuerte compromiso institucional, y el Departamento de Justicia (equivalente a nuestro Ministerio de Justicia), del cual depende la agencia federal llamada F.B.I., pretende, con estos trabajos, que se conozca la verdad del enfrentamiento para mejorar los entrenamientos policiales.
Durante el año 2009, un total de 35 casos fueron analizados en todo el territorio nacional “yanqui”, siendo 48 el número total de agentes asesinados. La cosa no mejora de modo ostensible. Seguidamente relaciono, por años, las cifras de agentes asesinados en los Estados Unidos a lo largo de la década en curso:
Año 2000: 51 agentes asesinados. Año 2001: 70 agentes asesinados.
Año 2002: 56 agentes asesinados. Año 2003: 52 agentes asesinados.
Año 2004: 57 agentes asesinados. Año 2005: 55 agentes asesinados.
Año 2006: 48 agentes asesinados. Año 2007: 58 agentes asesinados.
Año 2008: 41 agentes asesinados
Las distancias de los enfrentamientos son variadas, predominando las muy cercanas e incluso las de contacto físico entre las partes. En cuanto a los medios empleados para acabar con la vida de los agentes, hay de todo: armas largas, cortas y atropellos deliberados con vehículos a motor (2 agentes fueron brutalmente atropellados). En lo relativo a calibres de armas de fuego, también hay un buen popurrí: 9 m/m Corto, 9 m/m Parabellum, .22Lr, .32 S.W., .38 Especial, .357 Magnum, .40 S.W. y .45 A.C.P., hasta aquí todo lo que respecta a armas cortas. Bueno, la verdad es que algún arma larga del calibre 9 m/m Parabellum, y .22, también fue empleada contra los agentes asesinados. En lo que respecta a calibres puramente de arma larga, estos son los que se emplearon: .280 Rem., 5,56x45 m/m OTAN, 7,62x51 m/m OTAN, 7,62x39 m/m (AK), 7 m/m y .30-06 Springfield.
Tras leer los informes de todos y cada uno de los 35 funestos sucesos, alcanzo la conclusión de que los policías de allí atienden el mismo tipo de llamadas ciudadanas, e infracciones, que aquí atendemos nosotros: riñas familiares, riñas vecinales, conductores ebrios, atracos, malos tratos en el ámbito familiar, etc., etc. Por cierto, las riñas domésticas han aportado un buen número de bajas en el estudio que ahora conocemos en este artículo. Fueron numerosos los casos de agentes asesinados cuando acudieron a una vivienda para mediar en riñas domésticas entre cónyuges, padres e hijos o entre hermanos.
Muchos de los agentes fallecieron durante la identificación de conductores que habían cometido alguna infracción de tráfico, y siempre a una distancia no superior a los 5 metros. Muchos asesinos abrieron fuego, contra los agentes, desde dentro de los vehículos, o desde la ventanilla al sentir la aproximación policial. Especialmente brutal fue el caso de un tipo que mató a 4 agentes en una cafetería mientras los policías, al inicio del turno de la mañana, tomaban un café. Fueron tiroteados con una pistola del calibre 9 m/m Parabellum, y la distancia fue la del: “…hola, buenos días…”
En Leoka/2009 todos los homicidas, excepto uno o dos, tenían en común algo y es que eran consumidores de drogas, o traficantes de ellas. La mayoría sumaba un buen número de antecedentes policiales y se encontraban en libertad condicional. Algunos tenían problemas mentales diagnosticados. Sobre las edades, eran variopintas: los había de más de 50 años, y de poco más de 20 años de edad algunos de ellos. La edad media de los agresores era de 35 años.
Lo que más me llama la atención es que todos los agentes usaban, en el momento de ser abatidos, chalecos antibalas. Insisto, todos tenían puesto un chaleco antibalas. Pocos fueron impactados en el pecho o espalda, y los que ahí eran alcanzados, lo eran justamente en la zona del torno no protegida, que es la zona próxima al cuello o a la tráquea. La mayoría de policías recibieron disparos en la cabeza. Los que sí fueron impactados en el chaleco, no pudieron sacarle partido: fueron disparados con calibres excesivamente potentes, como son los de arma larga antes referidos. Ningún chaleco policial convencional, de uso interior –tampoco los exteriores de nivel de protección IIIA, que son los de uso normal para proyectiles de arma corta- detiene los proyectiles de arma larga que se describieron en el test Leoka/2009. En algunos casos se impactó en el pecho, pero entrando la bala de modo lateral, o sea por la sisa. Si levantamos los brazos en posición de tiro, y nos disparan semilateralmente…pueden entrarnos los disparos por la zona de las axilas. Esto es frecuente por desgracia. Se me viene a la mente el asesinato del policía nacional francés, en marzo de 2010, Jean-Serge Nérin a manos de la banda de perros mafiosos eta (lo escribo en minúsculas a propósito). Nérin murió por un impacto que entró por la sisa del chaleco balístico que portaba en el momento del tiroteo.
Entre los 48 policías asesinados en 2009, había funcionarios de todos los empleos y escalas: Agentes, Cabos, Sargentos, Tenientes y Capitanes. Se ve que allí no todos los que mandan se esconden detrás de la mesa de un despacho. Ya me gustaría ver a mí a más de uno, de los que yo conozco, a las tres de la madrugada en la puerta de una discoteca deteniendo a sujetos violentos…
Muchos de los agentes asesinados no fueron capaces de hacer fuego de réplica con sus armas, pero otros sí lo consiguieron incluso estando gravemente heridos. Más difícil todavía: en un caso se produjo una traba en el arma durante el enfrentamiento. La mayoría de los enfrentamientos fueron muy rápidos, y todos muy violentos. Duraron, casi todos, entre uno y cuatro segundos, pero en otros casos hubo que usar a unidades especiales para localizar a sujetos atrincherados. No hubo muchos disparos en casi ninguno de los enfrentamientos, pero es de destacar el caso de un Capitán asesinado cuando atendía un atraco: disparó su pistola 13 veces, antes de morir, y consiguió herir a su homicida.
Entre los asesinados había funcionarios muy veteranos, y otros algo menos experimentados, pero no abundaban los novatos, auque los había. La mayoría de los policías tenían entre 30 y 40 años de edad, y contaban con una media de 8 a 10 años de antigüedad en el Cuerpo. Dos de los 48 asesinados estaban fuera de servicio. Uno de ellos acababa de terminar su turno de servicio y decidió acompañar a los policías entrantes de turno a una situación violenta: allí perdió la vida casi sin bajar de su coche. Otro agente franco de servicio, con menos de 30 años de edad y con muy poco tiempo de servicio, fue impactado con un proyectil del calibre 9 m/m Corto en la frente. Este joven agente detectó una riña en la misma urbanización en la que él residía, y decidió intervenir para separar a las partes: perdió la vida. En mi opinión, estos dos agentes, si cabe, merecen un extra de respeto y reconocimiento. El calibre que mató a ese agente, el 9 m/m Corto, no es especialmente potente, pero amigos, lo importante no es la bala sino la zona del cuerpo donde ésta acabe. Especialmente “débil” son los calibres “.22”, pero sin embargo varios agentes murieron impactados por ese calibre.
El país del que hablamos, U.S.A., es muy grande en cuanto a extensión física, y el uso de las armas de fuego, en todos los ámbitos, está ampliamente extendido, no como en España –en ese caso, gracias a Dios-. Las armas de fuego en los Estados Unidos son parte de su propia cultura. Pero no nos engañemos: todos los años hay muchos tiroteos en nuestro país, entre “buenos y malos”. Es más, que no caigan más agentes españoles en enfrentamientos no es siempre por el hecho de que no existan armas en las calles, seguramente sea otro el factor que propicia el resultado; porque armas sí que hay, ¡y ustedes lo saben!
Seguro que todos conocemos casos, en nuestras unidades, de llamadas ciudadanas en las que se habla de riñas con uso de armas de fuego, ¿verdad que todos acudimos a esas llamadas? Pues bien, seamos sinceros, ¿todos los agentes acuden con celeridad y determinación a esos comunicados de la Sala Operativa de Transmisiones…? Lo sé. Yo también conozco “sangrantes” casos de agentes que, ante esas comisiones de la Sala, rodean la ciudad para llegar cuando el violento armado se haya marchado… Bueno, en realidad muchos acuden con esa falta de compromiso a todas las llamadas, no solo a las que entrañan más riesgo.
Huir del conflicto es una buena forma de sobrevivir, no en vano es uno de los mecanismos humanos de supervivencia; ¡pero por Dios! nosotros, los POLICÍAS, no debemos, por ética y aplicación del Derecho, rehuir del compromiso profesional. Si con celeridad y compromiso se atendieran todas las llamadas, en las que se habla de uso de armas de fuego, las cifras de agentes abatidos en España serían otras.
En posteriores artículos, narraré algunos de los 35 sucesos que han formado parte del estudio Leoka/2009. Las circunstancias que rodearon a esos incidentes, a todos ellos, nos resultará de gran valor revelador. Como ya apunté antes, muchos de los compañeros “gringos” fueron abatidos durante la realización de actuaciones sencillas y cotidianas de nuestras vidas profesionales: interponer una denuncia por exceso de velocidad, mediar en una riña o tratar de detener a un vulgar ladrón, puede acabar con un policía derramando su sangre en el asfalto de una carretera o en la entrada de una vivienda o supermercado.
Cuídense mucho ahí fuera, sus familias se lo agradecerán más que sus jefes, pero no dejen de cumplir con sus obligaciones, eso sí, tomando precauciones. ¡Ah!, no confundan lo de tomar precauciones con el abandono de las obligaciones. Algunos venden humo, otros venden profesionalidad, ¿que venden ustedes? Por cierto, sin medios, pero con compromiso y profesionalidad, se vende algo más: dignidad, orgullo y honor. De todos modos, ¿de qué estamos hablando…? ¡Demasiados no creen en lo que representan…!■
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