"Un sufridor"
Año tras año, promoción tras promoción y plantilla tras plantilla, el juego es siempre el mismo: destruir al que demuestra que los demás no saben o no quieren. La historia se repite, y no siempre en la misma plantilla o unidad. Llega “un nuevo” con ganas de trabajar, y demostrando que sabe estar en el “ruedo”… y hay que destruir su imagen, para encubrir las miserias propias de esos detractores. Hablo del sector profesional que ocupa mi vida, el policial, pero la cosa se siente y huele en todos los órdenes de la vida, y demás oficios y profesiones.
Por desgracia, los primeros son minoría, y por contra son mayoría los cómodos y cobardes devaluadores: ¡pez grande se come al chico! La vida misma.
Volvió a ocurrir hace unos días con un amigo y compañero de la plantilla: detectó, gracias a su olfato e interés policial, un suculento y atractivo ilícito en el que “incar sus garras” de policía, pero le truncaron el servicio. No es la primera vez. Cuando este hombre ve lo que los demás ni tan siquiera conocen, y lo participa a los mandos y compañeros…estos sacan sus uñas y dicen: “Éste no para de meternos en marrones. Se cree que va a salvar al mundo y no deja de darnos trabajo a los demás.” Todos a una, cuando eso ocurre, empiezan a sacar “punta a todo”. Que si esto no está claro…Que si tal vez el chaval del pasamontañas y el Kalasnikov solo pretende dar una broma al cajero del banco…Que si queda media hora para acabar el turno. Cantos de sirena. ¡La cuestión es tirar balones fuera!
No hay mejor forma, se esté donde se esté dentro del sector y de la geografía, que minar la imagen pública y profesional de ese que quiere hacer lo que debe, y que coincide, casualmente, con hacer lo que los demás no quieren. Es así de claro, de duro y de tristemente cierto. Cuanto antes se ensucien las actuaciones de fulano, antes perderá apoyos y antes se lo “crujirán” y lo quitarán de en medio. Si se consigue el propósito… ¡a vivir otra vez de la renta y sin incordiantes compañeros que quieren hacer lo que deben! Con estas actitudes unos ganarán estatus, otros lo mantendrán y otros, los que de verdad se implican, lo perderán.
Como ya dijo otro, en un artículo de similar línea: están los que van al trabajo y los que van a trabajar. Ah, y entiéndase por trabajar el producir, no el estar sentado viendo pasar el tiempo. La diferencia es grande. Esos que van a trabajar son los que creen en lo que hacen, y los que hacen aquello en lo que creen. Estos producen, estos son los que detienen cuando tienen que hacerlo, porque saben cuando deben y pueden hacerlo. Son los que investigan e indagan para detectar la presencia de indeseables vendedores de drogas, o portadores de armas. Son aquellos a los que la mayoría, aunque no se admita en público, tratará siempre de poner trabas y en entredicho. Estos, que debería recibir elogios, felicitaciones y apoyos jerárquicos, serán los “bolos” en el juego del derribo. Son chinas en el zapato de muchos…
Entre los que van a derribar al compañero comprometido y competente están, casi siempre, mandos intermedios y hasta superiores. En ocasiones hasta algún político mete su zarpa en la movida: los políticos tienen, casi siempre, algún favor que pagar a los lanzadores de las derribadoras bolas…
Estos de los que venimos hablando, los competentes, son esos de los que se suele decir: acabará mal, se mete donde no le llaman. Si perseguir a infractores administrativos y penales es meterse donde no se debe, ¡pues sí, lo hacen! Los que tanto se llenan la boca de frases de barrido suelen olvidar —quizás desconozcan— que el no perseguir delitos, o promover su persecución, es un grave delito que solo nosotros, los policías, podemos cometer, amén de otro tipo de profesionales.
¿Pero que subyace detrás de todo esto? ¿Por qué tanto esfuerzo en menoscabar la imagen pública y profesional del que está comprometido? Son muchas las posibles respuestas, pero huele a que existen demasiados policías VACAcionales, y no tantos POLICÍAS VOCAcionales. La falta de formación, al margen de lo anterior —está muy relacionado— es parte del problema. Claro ejemplo: muchos policías no conocen el nombre correcto del tipo penal más habitual en el que suelen intervenir, pero sabrán siempre donde tomar café gratis, dentro de la demarcación, y donde está la más suculenta de las camarer@s…
Por más que algunos luchemos contra el vilipendiador sistema, todo seguirá así: esto es algo inherente al propio ser humano. Cuando el factor humano entra en juego, en cualquier campo, el factor profesional queda aparcado. Eso sí, mientras algunos crean en lo que hacen y representan, y mientras estos quieran aquello que hacen, y no hagan lo que quieran…algo de color relucirá por encima del mediocre gris que rodea el asunto.■
Año tras año, promoción tras promoción y plantilla tras plantilla, el juego es siempre el mismo: destruir al que demuestra que los demás no saben o no quieren. La historia se repite, y no siempre en la misma plantilla o unidad. Llega “un nuevo” con ganas de trabajar, y demostrando que sabe estar en el “ruedo”… y hay que destruir su imagen, para encubrir las miserias propias de esos detractores. Hablo del sector profesional que ocupa mi vida, el policial, pero la cosa se siente y huele en todos los órdenes de la vida, y demás oficios y profesiones.
Por desgracia, los primeros son minoría, y por contra son mayoría los cómodos y cobardes devaluadores: ¡pez grande se come al chico! La vida misma.
Volvió a ocurrir hace unos días con un amigo y compañero de la plantilla: detectó, gracias a su olfato e interés policial, un suculento y atractivo ilícito en el que “incar sus garras” de policía, pero le truncaron el servicio. No es la primera vez. Cuando este hombre ve lo que los demás ni tan siquiera conocen, y lo participa a los mandos y compañeros…estos sacan sus uñas y dicen: “Éste no para de meternos en marrones. Se cree que va a salvar al mundo y no deja de darnos trabajo a los demás.” Todos a una, cuando eso ocurre, empiezan a sacar “punta a todo”. Que si esto no está claro…Que si tal vez el chaval del pasamontañas y el Kalasnikov solo pretende dar una broma al cajero del banco…Que si queda media hora para acabar el turno. Cantos de sirena. ¡La cuestión es tirar balones fuera!
No hay mejor forma, se esté donde se esté dentro del sector y de la geografía, que minar la imagen pública y profesional de ese que quiere hacer lo que debe, y que coincide, casualmente, con hacer lo que los demás no quieren. Es así de claro, de duro y de tristemente cierto. Cuanto antes se ensucien las actuaciones de fulano, antes perderá apoyos y antes se lo “crujirán” y lo quitarán de en medio. Si se consigue el propósito… ¡a vivir otra vez de la renta y sin incordiantes compañeros que quieren hacer lo que deben! Con estas actitudes unos ganarán estatus, otros lo mantendrán y otros, los que de verdad se implican, lo perderán.
Como ya dijo otro, en un artículo de similar línea: están los que van al trabajo y los que van a trabajar. Ah, y entiéndase por trabajar el producir, no el estar sentado viendo pasar el tiempo. La diferencia es grande. Esos que van a trabajar son los que creen en lo que hacen, y los que hacen aquello en lo que creen. Estos producen, estos son los que detienen cuando tienen que hacerlo, porque saben cuando deben y pueden hacerlo. Son los que investigan e indagan para detectar la presencia de indeseables vendedores de drogas, o portadores de armas. Son aquellos a los que la mayoría, aunque no se admita en público, tratará siempre de poner trabas y en entredicho. Estos, que debería recibir elogios, felicitaciones y apoyos jerárquicos, serán los “bolos” en el juego del derribo. Son chinas en el zapato de muchos…
Entre los que van a derribar al compañero comprometido y competente están, casi siempre, mandos intermedios y hasta superiores. En ocasiones hasta algún político mete su zarpa en la movida: los políticos tienen, casi siempre, algún favor que pagar a los lanzadores de las derribadoras bolas…
Estos de los que venimos hablando, los competentes, son esos de los que se suele decir: acabará mal, se mete donde no le llaman. Si perseguir a infractores administrativos y penales es meterse donde no se debe, ¡pues sí, lo hacen! Los que tanto se llenan la boca de frases de barrido suelen olvidar —quizás desconozcan— que el no perseguir delitos, o promover su persecución, es un grave delito que solo nosotros, los policías, podemos cometer, amén de otro tipo de profesionales.
¿Pero que subyace detrás de todo esto? ¿Por qué tanto esfuerzo en menoscabar la imagen pública y profesional del que está comprometido? Son muchas las posibles respuestas, pero huele a que existen demasiados policías VACAcionales, y no tantos POLICÍAS VOCAcionales. La falta de formación, al margen de lo anterior —está muy relacionado— es parte del problema. Claro ejemplo: muchos policías no conocen el nombre correcto del tipo penal más habitual en el que suelen intervenir, pero sabrán siempre donde tomar café gratis, dentro de la demarcación, y donde está la más suculenta de las camarer@s…
Por más que algunos luchemos contra el vilipendiador sistema, todo seguirá así: esto es algo inherente al propio ser humano. Cuando el factor humano entra en juego, en cualquier campo, el factor profesional queda aparcado. Eso sí, mientras algunos crean en lo que hacen y representan, y mientras estos quieran aquello que hacen, y no hagan lo que quieran…algo de color relucirá por encima del mediocre gris que rodea el asunto.■