POLICÍA LOCAL DE TARIFA (Página no oficial)

lunes, 6 de septiembre de 2010

El incidente del Sgto. Marcus Young (UN CASO REAL)

Desarmado, con cuatro impactos y sin manos: el incidente de Marcus Young
Por: Ernesto Pérez Vera


Este es el relato de un incidente policial ocurrido en Norteamérica. Mi amigo Ender, en su día, lo publicó en su blog. Ender lo tradujo de la lengua inglesa a la española, ¡y por Dios!, mereció la pena. Su blog: El último azul ( http://elultimoazul.blogspot.com/ ), tiene varios relatos publicados, y en todos ellos se pueden leer situaciones extremas de enfrentamientos a vida o muerte entre “malos” y policías. De la lectura de estos relatos, se pueden obtener conjeturas muy significativas. Muchas de esas historias han sido tratadas en artículos profesionales, algunos de ellos, publicados en este blog.

Situación operativa:
El criminal vacía, sobre el agente, un revólver del calibre .38 Especial, dejándole su brazo diestro paralizado, y después le destroza la otra mano. Por si no fuera suficientemente… el “malo” saca un fusil de asalto.

Empezamos. Es el 7 de marzo de 2003 y el Sargento Policía Marcus Young se encuentra en el inicio de su turno de noche. Ese día está patrullando por un barrio del Departamento de Ukiah (California). Young es veterano de la Marina y segundo dan de Karate Shorinryu, y además lleva 18 años dando el callo en la calle con su uniforme y su placa.

Le acompaña un chaval de 17 años, un explorador de la policía –una especie de auxiliar policial- que se llama Julián Covella. Young es un marido devoto y un padre modelito, tiene cuarenta años y es el director de la APA del colegio de sus hijos. Su propio hijo está pensando en entrar en los cadetes de la policía para ver, como acompañante de una patrulla, el trabajo desde dentro. Por eso Young ha cogido esta noche a Julián, para ver como funciona la cosa antes de llevar a su hijo.
La radio emite una llamada de rutina: una persona intentando hurtar algunas cosillas en un Wal Mart. El Sargento se hace cargo de la llamada y se traslada al lugar. En los próximos minutos, él y su joven cadete, se salvaran la vida el uno al otro.

A las 21:48 horas ya están el lugar comisionado por la sala de transmisiones. Mientras, el cadete vigila la escena. El Sgt. Young tiene ya, en custodia, a la que parece ser la “pequeña” ladrona. La sospechosa de hurto resulta ser: Mónica Winnie de 18 años pero aparenta tener 30 años. El Guardia de Seguridad de Wal Mart, Brett Schott, también se encuentra en el lugar, y observa como Young, traslada, amablemente, a la señorita hasta el asiento trasero del coche patrulla.

De manera súbita, mientras el Sargento está identificando a la chica, aparece un varón en el lugar donde se lleva acabo la actuación policial. El tipo no es ni muy alto ni muy bajo, es de tamaño medio. El sujeto se mueve rápido y directo hacia ellos a través del aparcamiento. Viste chaqueta y lleva las manos metidas en los bolsillos. Su cara es la de Satanás y no es un efecto de la luz del parking…

Neal Beckman es el nombre de quien parece el mismo demonio, y es el compañero de la detenida. Beckman tiene 35 años, es caucásico y tiene un largo y malvado historial policial a sus espaldas. Es miembro de los Nazi Low Riders, una peligrosa banda, y se le busca por el robo en una casa, cuyo botín es de 100.000 dólares. Su aspecto no es casual: lleva bigote y perilla de carnero, y se ha tatuado dos cuernos demoníacos en la frente. También lleva un enorme demonio tatuado en la espalda. En el bolsillo izquierdo de la cazadora, su mano empuña un cuchillo de caza, y con la mano derecha empuña un revólver S&W modelo 637 Airweight de cinco disparos.

Young, hasta ahora, no ha detectado la presencia de Beckman en la escena… y cuando lo hace…es tarde. Ya está demasiado cerca. Young le grita y ordena: “…SACA TUS MANOS DE LOS BOLSILLOS…”. No hay respuesta. El agente le repite la orden y entonces Beckman, con una sonrisa satánica, le dice: “…TENGO UN CUCHILLO…”. Young reacciona rápido. Como policía y como experto en artes marciales, logra agarrarle el brazo del cuchillo y le hace una luxación. En el forcejeo nota que algo ha crujido en el brazo del sospechoso, pero Satanás no suelta el cuchillo.

Ambos forcejean sobre el chasis del coche. De pronto: un flash, calor y olor a chamusquina. El Sargento Young se acaba de dar cuenta que ese maldito hijo de puta le ha disparado a bocajarro en su rostro. ¡Que putada! En el torbellino de acontecimientos que sigue, todo ocurre muy rápido, aunque a los ojos del agente Young todo se mueve a cámara lenta. Sabe que está recibiendo más impactos de bala: ve el resplandor, pero no oye nada.

Empieza a notar que el brazo derecho le arde, y también la espalda. Para colmo, y a la par, siente como un “martillazo” en el lado izquierdo del cuerpo, como si un bateador le hubiese dado en los riñones con todas sus fuerzas.

Lo curioso es que en medio de ese infierno, Young oye perfectamente gritar, con histeria, a la detenida que permanece aún en la parte trasera del coche patrulla. Brett Schott, -el Guardia de Seguridad- que está desarmado, se mete en la pelea sin pensárselo, y carga contra Beckman. El Guarda de Seguridad agarra el revólver y tras forcejear con él, logra arrebatárselo. Ni siquiera se da cuenta de que el arma está descargada: “Satanás” ha disparado ya los 5 tiros, y cuatro le han impactado al policía en diversas zonas de su anatomía.

El demonio se cambia el cuchillo de mano, se revuelve violentamente contra el Guardia de Seguridad y lo apuñala brutalmente. La hoja le penetra el pecho y en el acto le colapsa el pulmón. Beckman hace palanca con la hoja y agrava la herida, cortando por completo el deltoides de su víctima.

Schott –el Guarda de Seguridad- logra quitarse de encima a Beckman, y sabiéndose debilitado y al borde de la muerte por shock hipovolémico, corre buscando desesperado cobertura entre los vehículos estacionados en el aparcamiento.

Mientras tanto, Young ha logrado incorporarse y ha decidido desenfundar su arma, una Beretta 96G del calibre .40 SW. Su idea es tumbar a su adversario, y pretende levantar el arma a la altura de sus ojos, una vez desenfunde; pero se da cuenta de que la orden mental no ha llegado al brazo. Un proyectil del .38 Spl. le ha pulverizado el húmero, y de camino le ha dañado el nervio principal del brazo. Lo intenta otra vez pero no sirve de nada. Su entrenamiento hace efecto y recuerda que en su Departamento de Policía se instruye a los agentes para que usen la mano débil ante un caso como este.

Young lo intenta ahora con su mano débil, pero algo no va bien. Se mira la mano izquierda y se da cuenta de que la tiene partida por la mitad, huesos, músculo y tendones fuera. La cosa se complica al extremo. El sospechoso se desplaza y se va corriendo hacia el coche patrulla, cuando lo alcanza… se pone a rebuscar en su interior.

Young se asusta aun más, se ha dado cuenta de que Beckman no pretende salir huyendo de allí en el coche policial. El criminal está buscando un interruptor oculto que existe en los coches patrulla, ese interruptor da acceso a dos armas repletas de munición y mucho más letales que el revólver que usó antes.

El Departamento de Ukiah dota a todos los patrulleros con dos armas largas para cada coche. Una es una escopeta Remington 870 de corredera, del calibre 12 y munición “00” Buckshot. El otro arma está asegurada en el techo, por encima del reposa cabezas, y es aun peor que la escopeta. Se trata de Fusil de Asalto, un HK-33. No solo es del calibre 5,56x45mm, si no que además tiene selector de fuego automático.

El tío que acaba de dejar fuera de juego a dos hombres, ahora está punto de tener acceso a un arma que es, literalmente, una “ametralladora”. La cosa se ha puesto muy jodida, pero cuando hay agallas y ganas de sobrevivir… casi todo se puede.

El Cadete/Explorador Julián Covella ha estado presenciando esta carnicería. Ha permanecido quieto, impávido y sin moverse. El Departamento obliga a los cadetes, mediante cláusula, a NO intervenir bajo ninguna circunstancia en las intervenciones de los policías, tampoco pueden involucrarse físicamente bajo ningún concepto.

El chaval está dividido entre obedecer la norma o seguir su instinto del deber. Cada célula de su cuerpo le pide actuar. Ya ha esperado demasiado, está más que justificado que ataque. Young lo llama y le dice que le desenfunde el arma y se la ponga en la mano. Covella obedece y saca la Beretta 96G, colocándosela en la deforme mano izquierda que no para de sangrar.

Young, más tarde, le dio las gracias a sus instructores por haberle enseñado a disparar con la mano izquierda. Arrodillándose, levanta el arma hasta el nivel de los ojos, no apunta, le resulta imposible, simplemente coloca el arma a esa altura.

En el coche, Satanás intenta desesperadamente sacar las armas de sus anclajes para acabar con lo que ha empezado. Young tiene que disparar a través de la puerta, porque Beckman está medio agachado. Dispara una vez, (la munición es calibre .40 de Punta Hueca) pero no aprecia reacción, así que dispara de nuevo, pero nada… la bala no parece atravesar la puerta del coche.

Momento para el Plan B. Nuevamente levanta el arma, pero está alarmado por los ineficaces primeros disparos. El delincuente se gira dentro del coche y mira por la ventana… mira hacia abajo y ve, a su altura, al agente de rodillas. La mirada de Satanás va de la boca de fuego de la Beretta, a los ojos del policía. Antes de que pueda reaccionar, Young dispara a unos centímetros de su cara y lo hace desde el otro lado del cristal. Le impacta en la cara. El adversario se agacha y Young dispara de nuevo.

Tras mantenerse a cubierto durante un tiempo, –a él le pareció una eternidad- se da cuenta de que todo ha acabado. El “malo” está fuera de combate. Sabe que ha sido herido múltiples veces en el torso, la cara, la espalda y las manos y no sabe cuanto va a poder permanecer despierto. El sargento puede ver al Guardia de Seguridad nadando en sangre y al cadete, intacto, en medio de aquel matadero.

Le dice a Julián que pida ayuda por la radio. Luego, siguiendo lo que aprendió en las clases del Coronel Dave Grossman (el autor de On Killing), Young procura relajar la respiración y continuar…

Acabando
La ambulancia llegó rápido y la actuación de los sanitarios fue eficaz, pero el centro médico donde lo trasladaron solo estaba equipado con un quirófano. Solo una persona podría ser atendida. El heroico Guardia de Seguridad estaba muy grave, casi a punto de morir, había perdido la mitad de su sangre, así que fue atendido primero. Los médicos tardaron tres horas en estabilizarle pero consiguieron salvarle la vida.

El Sargento Young, durante todo ese tiempo, aguantó sin sedantes, como un campeón. Había perdido más de un litro de sangre y su tensión era muy baja, por lo que no pudo ser anestesiado. Luego manifestaría que no empezó a sentir verdadero dolor hasta 45 minutos después del tiroteo. La Adrenalina, Noradrenalina y el Cortisol, hicieron su trabajo ¿les suena…?

La primera bala le dio en la mejilla izquierda y salió por detrás del cuello, por fortuna no toco nervios ni cerebro .Nunca perdió la conciencia. Él no recordaba exactamente la frecuencia de los disparos, solo recordaba, con claridad, el disparo que recibió en el brazo derecho.

Otra bala atravesó el chaleco, quedando alojada en su espalda. Esta herida provocó graves heridas internas que necesitaron (como la herida del brazo) una gran operación primaria, y otras tantas en el futuro. El impacto de la bala en su lado derecho fue parado por su chaleco Point Blank Level III-A (el nombre le viene que ni pintado, “A quemarropa”). Dejó un moratón enorme con su posterior derrame, pero no pasó de ahí. Los Doctores dirían en su informe posterior que si el proyectil NO hubiera sido parado por el Kevlar, hubiera provocado heridas no compatibles con la vida, matando a Young en el acto. La herida de la mano izquierda también tuvo que ser operada varias veces para reparar los tendones.

“Satanás” fue encontrado muerto en el interior del coche patrulla. El tercer disparo de Young le había dado en plena frente, pero no fue ese impacto el que provocó su muerte. El proyectil entró bajo la piel de la cabeza y salió por “el pellejo” del cuello. Al moverse dentro del coche, y al recibir el impacto, mientras se giraba, -quizás para salir del coche por la puerta contraria- se puso de espaldas al agente, dejando las posaderas en la línea de tiro, y fue ese último disparo de Young, a través de la ventana, el que impactó en el trasero. Ese proyectil se abrió camino y penetró muy profundamente “de culo a cabeza”. Ese proyectil afectó el hígado y terminó su recorrido alojándose en la base del cuello. Este disparo fue mortal de necesidad.

Ambos implicados recibieron disparos en la cabeza, y sin embargo ninguna de las heridas fue lo suficientemente grave como para producir la muerte o la paralización. La bala que mató al criminal y la que podría haber matado al policía entraron por la zona baja de la espalda (dato este a tener en cuenta)

Aquella noche fatal, Young no llevaba un segundo arma. Manifestó que de haber llevado una segunda pistola, al alcance de la mano débil, habría acabado con su atacante antes, probablemente antes de que éste accediera al coche.

Young continúa usando el chaleco antibalas religiosamente. En enero del 2004, Young ingresó en el “Kevlar Survivors Club” durante la conferencia anual de la American Society for Law Enforcement en ST. Louis. Se unió a los más de 3.000 hermanos y hermanas que deben su vida a la tecnología. Young tiene oficialmente reconocido ser el miembro nº 2.751 que salvó su vida gracias al chaleco.

Young da crédito al entrenamiento recibido en su Departamento y a lo aprendido del Coronel Dave Grossman, así como a los cursos privados realizados por su cuenta; y también a su entrenamiento en artes marciales. Todo esto le ayudó a resistir las heridas y mantener la mente clara, optando por una solución creativa de supervivencia, manteniendo la calma. Supo lo que debía hacer estando herido y encontrándose en una situación terrorífica.

En la misma conferencia de ST Louis, el Doctor French Anderson, especialista en el análisis del tiroteo del FBI de 1986 –mítico, histórico y archi-estudiado tiroteo- hizo referencia directa al Incidente de Young, sentenciando su discurso con: “…SI PUEDES PENSAR Y PUEDES MOVERTE, ENTONCES ERES CAPAZ DE SEGUIR PELEANDO…”.

Curiosamente, ésta era la tercera vez que un criminal le apuntaba a la cabeza con un arma de fuego. Antes de este incidente, Young había sufrido pesadillas en las que revivía que le apuntaban a la cabeza y cuando él disparaba su arma, para defenderse, ésta NO funcionaba. Desde aquella noche fatídica, con feliz final, las pesadillas cesaron inmediatamente. (¿Curación accidental de estrés post-traumático por confrontación de una situación igual pero resuelta satisfactoriamente?)

En el coche del sospechoso se encontraron varias bombas caseras, la ladrona fue acusada del robo, posesión de explosivos y de otros delitos pendientes. Brett Schott y Julián Cavella recibieron innumerables honores y agradecimientos, así como menciones y condecoraciones. Cavella, el cadete/explorador, ahora está terminando su formación como piloto de la Marina.

Young ha recibido todas las condecoraciones que se pueden conceder a un Policía en U.S.A., y ahora, trabaja como policía en labores administrativas. Su Incidente es materia de estudio en las Academias de Policía de Estados Unidos. Es un devoto defensor de las técnicas de control de miedo en situaciones de crisis, recomienda siempre una mentalización adecuada, entrenar en todas las circunstancias operativas posibles y ¡NUNCA JAMÁS RENDIRSE!

Los Nazi de Low Ryders, le han amenazado de muerte, y Young está preocupado y preparado, pero NO ASUSTADO.

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